FAMILIA POLÍTICA
La incertidumbre, el temor al futuro, la violencia de un león que, según Octavio Paz, vive desde hace tiempo agazapado por vergüenza y listo para saltar, se respiran en el ambiente ¿Qué va a pasar unos cuantos días antes de la elección y unos cuantos días después? ¿Estará preparado el pueblo de México, para aceptar el triunfo de aquellos que considera sus enemigos, más que sus adversarios? ¿Se acatará el espíritu de la Ley como ruta hacia la justicia?
“Las leyes, como las mujeres,
se hicieron para violarse”.
Sentencia machista.
En su concepción actual, la ley es un instrumento de origen parlamentario, que tiene como objetivo descubrir el valor de la Justicia. Cuando Ulpiano acuñó su célebre definición: “Justicia es la constante y perpetua voluntad de dar (conceder) a cada uno su derecho”, ya el concepto tenía varios siglos de existencia. Desde el Código de Hammurabi (Siglo XVII a. C.), hasta la Ley de las Doce Tablas, encerrar, el concepto de equidad en un conjunto de textos, es un reto para la Ciencia del Derecho. Mención especial, en este esquema, merece la llamada Ley del Talión.- del latín talis, tale=idéntico (no equivalencia sino identidad), ordenamiento cuya pretensión era dar proporcionalidad a los excesos de la venganza; esto es: “no más de un ojo por cada ojo ni más de un diente por cada diente”. La Biblia recoge estas enseñanzas en el Éxodo, el Levítico y el Deuteronomio. Alguna vez escuché a un predicador católico decir, una hermosa metáfora: “¿No sería más sencillo para el género humano respetar diez mandamientos, en vez de elaborar tantas y tantas leyes?”.
Quede claro: en un esquema de división de poderes, corresponde al Legislativo elaborar leyes y decretos; de cumplimiento obligatorio, aunque existe la posibilidad de su violación y por supuesto, es obligación del Estado imponer la sanción correspondiente. Los románticos del Derecho, piensan que es posible alcanzar por esta vía, lo que parece inasible: la Justicia. Los pragmáticos dan prioridad a otro valor: el Orden, así sea impuesto mediante el uso de la fuerza: con, sin o en contra de la equidad.
La Justicia, es uno de los llamados valores mayores; algunos filósofos consideran que es todo un sistema de categorías axiológicas. En este sentido, podemos hablar, por ejemplo, de: justicia social, justicia divina, justicia económica… Entiéndase: es una aspiración, un ideal, tal vez una utopía, desde mi punto de vista, nunca es realidad absoluta. En todo conflicto existen, por lo menos dos partes. La que obtiene sentencia favorable y la que pierde la controversia. Ésta, antes de admitir culpas o ineptitudes, se dolerá como víctima de una injusticia, de una consigna política (compló) o de juzgadores venales y corruptos.
En el ámbito académico de nuestro país, tuvo (y tiene) gran influencia la trilogía conceptual: “Amor, Orden y Progreso”, atribuida a Gabino Barreda, médico y abogado poblano, quien en 1947 viajó a Francia y conoció de cerca las ideas del positivista Augusto Comte (llamado padre de la Sociología), este pensador afirmaba que después de la Revolución francesa era necesario restablecer un orden para conducir su patria al progreso. De regreso a México, se fundó la Escuela Nacional Preparatoria, la cual adoptó el lema que, hasta la fecha, conserva la Universidad Autónoma de Hidalgo: “Amor, Orden y Progreso”: el Amor como base, el Orden como medio y el Progreso como fin.
Un importante personaje político en el presente (y al parecer, en el futuro) de nuestro país, revive el ideal de una “República amorosa”; de una “Constitución Moral” bajo los principios Hippies de “Amor y Paz”. En su esquema de valores el Amor sustituye a la Justicia Social; el Orden, no se menciona (se confunde con represión) y el Progreso llegará mediante el fácil expediente de “acabar con la corrupción” mediante claros ejemplos de “honestidad valiente”.
La incertidumbre, el temor al futuro, la violencia de un león que, según Octavio Paz, vive desde hace tiempo agazapado por vergüenza y listo para saltar, se respiran en el ambiente ¿Qué va a pasar unos cuantos días antes de la elección y unos cuantos días después? ¿Estará preparado el pueblo de México, para aceptar el triunfo de aquellos que considera sus enemigos, más que sus adversarios? ¿Se acatará el espíritu de la Ley como ruta hacia la justicia? ¿Una por una, se irán violando las normas escritas y no escritas, para quebrantar la frágil existencia de un equilibrio institucional que aún permite la sobrevivencia del Estado de Derecho? Qué escenario tendría las peores consecuencias: ¿Qué gane “Ya sabes quién”? ¿Qué pierda? ¿Qué gane y no gobierne? ¿Qué gane y que gobierne? Cosas veredes, Mio Cid.
El nuevo orden aún no llega y el anterior no se ha ido todavía. De hecho vivimos un interregno que propicia nuevas atrocidades diariamente; también cada día se pierde un poco nuestra capacidad de asombro. Así, nos acostumbramos a ver cadáveres desmembrados en plena avenida Insurgentes, fosas clandestinas, homicidios de candidatos de todos los partidos, fuerte e irrefrenable infiltración del narcotráfico, el huachicoleo y otras formas de delincuencia organizada en las instituciones policiales y otros órganos de gobierno…
¿Dónde está el amor del hombre, como hermano del hombre? ¿Dónde el credo en la ley y en las instituciones nacionales? ¿Dónde los principios de respeto al derecho ajeno y aún más, a la vida ajena? ¿Cómo sobreviven los Derechos Humanos, en jaulas llenas de niños separados de sus padres, por el horrible delito de ser migrantes? ¿Cuál será el precio que pagará la sociedad para restablecer el orden perdido? ¿Tendremos que acostumbrarnos a vivir en la anarquía? ¿Estamos propiciando una nueva dictadura? ¿Tendría razón Thomas Hobbes al decir que por origen y destino: “El hombre es el lobo del hombre”?
Las fechas fatales que aún se ubican en el futuro, pronto serán pasado. La prospectiva de hoy será experiencia de mañana. Como sociedad, desde diversos puntos de vista, estamos condenados a compartir esta “Era de la Incertidumbre”.
Junio, 2018.