Letras y Memorias

Paralelo

  • “El mundo real es mucho más pequeño que el mundo de la imaginación” – Friedrich Nietzsche

Pareciera que a veces, uno hace planes para el futuro, cuando ni siquiera sabemos si hay un futuro asegurado; nos llenamos la cabeza de pensamientos destinados para el invierno pero aún no llega septiembre, y entonces esos castillos en el viento se disipan con el suspiro tenue que lanza un niño, enamorado por vez primera.

Hoy día, en el medio de esta penumbra a la que muchos llaman “nueva normalidad”, los ojos fijos en el cielo imaginan que ese paisaje infinito que vemos en realidad es el abismo de otro mundo, uno paralelo al nuestro, uno en que los amantes viven juntos, en que las minorías poderosas no oprimen a las mayorías fracturadas; ese punto infinito bien podría ser el principio de un mundo paralelo en donde nadie, nunca jamás, comió una sopa de murciélago, ni desató un Apocalipsis que llegó como el Ángel del Señor, para tomar la vida de miles y miles, mientras los demás sólo veíamos caer a los nuestros, sin poder hacerle frente al enemigo invisible.

Me gusta creer que hay un mundo paralelo al nuestro, aunque no necesariamente idéntico ni reflejo de lo que conocemos.

Me gusta creer que en ese mundo hay alguien que también nos observa, pensando en que existimos, pensando en que nuestras condiciones y aficiones son cosas raras, así como mi cabeza cree que también podrían ser raras las cosas de allá.

Tal vez ese mundo no se llame “Tierra”, sino “Aqua” o quizá “Pyro”. Tal vez en ese mundo les resulte extraño soñar despiertos y cantar en la regadera, pero nosotros disfrutamos de esas maravillas que representan sentirse Rod Stewart mientras nos damos una ducha antes de ir a la oficina. 

Tal vez a mí me parece extraño cómo en ese mundo son los adultos quienes van a la escuela para reeducarse sobre la vida misma y, son los menores quienes gobiernan con ternura y la sabiduría propia de un infante que cree que desayunar pizza es lo más sano, y que el postre es la comida más importante del día. 

En ese mundo paralelo, que no termino de conocer con el vistazo que doy hacia el infinito, el tiempo es distinto al que conocemos, porque nosotros apenas lo contabilizamos, cuando allá lo han entendido, y es que, una cosa es emplear un reloj y un calendario para saberse orientado -como lo hacemos en este mundo-, y otra bien distinta es saber que los segundos, minutos, horas y días, nunca vuelven y se deben aprovechar al máximo.

Allá estiran sus jornadas y no de forma literal, sino figurativa porque, los lapsos se vuelven interminables al estar libres, pues no son presa de los cubrebocas y su única sana distancia, es la que respecta a cada individuo alejado de quienes le desagradan. Son tan libres y conscientes de su espacialidad y temporalidad, que no dan paso a molestarse por idioteces y tampoco le prestan atención a lidiar con sandeces políticas o consumismo absurdo sólo para estar “en onda”.

Envidio un poco a los de ese mundo paralelo, porque mientras ellos despegan naves interestelares, nosotros tenemos el auto encerrado y al bello gato viendo desde la ventana ese mismo vacío en el infinito.

Envidio esa libertad de la que gozan allá, porque en su mundo no hubo un Apocalipsis pandémico, y lo único con lo que lidian es la insoportable necesidad de saber qué harán mañana si es que amanecen vivos; cuando acá, la angustia está determinada por saber si hoy habrá comida en la mesa, un techo que cubra nuestras cabezas, o sueños guardados en la bolsa esperando por ser cumplidos.

En fin, puede que este mundo no sea tan ameno como el que me imagino viendo al infinito abismo del cielo, pero es lo que tenemos, es lo que hay y lo cierto es que aún no hemos comprendido del todo que el tiempo y el espacio son tan cambiantes que resulta idiota de nuestra parte, dedicarlo a una jornada entera en las redes sociales, o viendo televisión basura, cuando deberíamos pensar más en lo nuestro, lo que sí nos pertenece, como el amor por quienes nos aman, el descanso que merecemos luego de una jornada pesada o la esperanza de que, cuando la verdadera normalidad conocida nos regrese, aprovechemos más la vida que tenemos, y no tengamos que esperar una mortal pandemia, para echar de menos el pasado que ha sido arrebatado. 

¡Hasta el próximo martes!

Postdata: Los del mundo paralelo, nos piden paciencia y mucha resiliencia, porque esto terminará pronto, y lo ideal sería que cuando acabe, podamos estar todos para renacer en esta misma existencia.

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