Letras y Memorias

Buscando un lucero

  • “Pozos profundos deben ser cavados, si uno quiere agua clara”

Un camino erosionado es por donde transito. No es que millones de años de vientos airosos hayan generado cráteres en esa calle, pero suena más poético llamarle así al desperfecto de los baches. 

Ahí ando, ahí voy. Un paso a la vez y con el gélido clima nocturno de esta ciudad que se ha vuelto silenciosa producto de las horas en las que ando. Son casi las 12, casi la medianoche, y voy solo por esa calle, por esa ruta de siempre y con la vista puesta en donde habitualmente está: buscando un lucero, buscando la Luna de esta noche, y buscando uno de esos milagrosos amores veraniegos, pero en pleno otoño agonizante.  

Voy buscando un lucero pero con la intención de encontrarme de lleno con un mundo nuevo, un mundo entero para mí y en donde mis deseos sean ley, donde como rey Midas, lo que toque se vuelva radiante e invaluable. Y aunque la búsqueda se antoja compleja, quizá no lo es del todo, porque en anteriores ocasiones, sin buscar mundos, galaxias o milagros, todos ellos me encontraron cuando ni sabía que estaba siendo buscado.

Dice una canción, que si uno quiere agua clara, debe cavar profundo en el suelo, y que quien espera con prudencia, a su debido tiempo recibirá su recompensa. Pero en el tema de buscar, esperar y ser encontrado, parece que todo eso no tiene mucha valía, porque, ¿realmente qué es la prudencia? ¿Cuán profundo debe ser el pozo del que brote agua de vida eterna? ¿Qué debo esperar recibir como señal de mi paciencia recompensada? 

A veces eso de buscar no es sencillo, muchas veces es más plácido sólo estar, y de la nada ser encontrado por los luceros que uno creía buscar. Y es que, es increíble cómo perdemos tiempo al querer algo, cuando lo realmente bello de la vida es esa casualidad tierna rayando casi en el destino, esa casualidad analógica en la que no siempre buscar es encontrar, porque a veces esperar a ser descubierto es mejor que todo lo imaginado antes. 

A veces, es mejor sólo dejar pasar la vida, estar en silencio y andar con calma. A veces, es mejor no pensar en querer algo, porque de la nada llega un milagro mayor a lo que en la cabeza se había diseñado. A veces, sólo basta con estar en el momento indicado, a la hora exacta y con la vista puesta en la dirección adecuada. 

A veces, lo que uno buscó antes, acaba por encontrarnos, y es entonces que se entiende que el tiempo perdido jugando a ser explorador, cobra sentido cuando el hombre con el telescopio, es observado por los luceros que no sabía que existían, pero que sin duda, eran los que estaba buscando, y que curiosamente, terminaron por encontrarlo. 

¡Hasta el próximo jueves!

Postdata: Sal y mira la Luna, tiene grabada tu sonrisa. 

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