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Letras y Memorias

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Mater et Magistra

Mi madre siempre me enseñó que los cumpleaños son fechas importantes, quizás porque cuando niña ella añoraba celebrar en grande y no siempre se podía. Eran otros tiempos. 

Siempre me enseñó que no hay nada más emocionante que esperar con ansias los minutos y segundos para llegar a un nuevo ciclo en lo individual, para cumplir otra vuelta al sol y para agradecer por lo que se tiene y tener esperanza en que mejores cosas vienen. 

Mi madre siempre que llega su cumpleaños, se vuelve una niña que quiere pastel, regalos, ir de paseo y comer delicioso, y la verdad es que no la culpo, la entiendo porque esa sensación es algo maravilloso. 

A veces los tiempos no favorecen, pero algo que en casa siempre permanece es el calor de un abrazo, la alegría de verle sonreír en su día y la incógnita de qué se hará o a dónde nos llevarán las piernas y la dicha. A veces los tiempos nos favorecen enteramente y el ánimo es el mismo, y el deseo es uno solo: que mi madre sea eterna y cada 1 de diciembre vivamos lo mismo a su lado.

Mamá siempre ha sido lo mejor de mi vida. Gracias a ella es que estoy y soy. Ella me tuvo paciencia cuando me enseñó a leer a los 3 años y me ha tenido paciencia cuando me metí por primera vez a la cocina intentando no quemar la casa. Me curó cuando me corté el brazo con una puerta llena de óxido y me curó cuando el corazón ya no daba más después de que se viera roto. Ella vivió desvelos cuando mi llanto de recién nacido no le dejaban dormir, y pasó la noche en vela cuando la salmonelosis me llevó al colapso el primer día del año 2021. 

Mamá siempre ha sido mi todo y, ayer que celebraba un año más de existir con nosotros, sólo podía pensar una cosa: es demasiado lo que hace y tanto lo que merece, que por lapsos me apena no poder darle el Universo entero en sus manos. Mi madre es tan sagaz, tan ingeniosa y tan valiente, que incluso en el trimestre final del embarazo que trajo a la vida a mi hermano, fue capaz de llevarme a un desfile infantil por las calles de la Ciudad de México y después me compró hamburguesas en McDonald’s. Esa mujer es tan, pero tan valiente, que no se lo pensó dos veces cuando dejó todo en la Sierra Norte de Puebla y empezó de nuevo en la Bella Airosa junto a sus hijos y esposo. Mi madre es tan increíble que me ha mostrado a diario que si ella puede romperse el alma por nosotros, entonces yo también puedo con los desvelos y las frustraciones, porque si ella lo hace, es mi ejemplo y lograré hacerlo. 

Mamá siempre me enseñó que los cumpleaños son fechas especiales, y ahora que ella vivió un nuevo festejo, entiendo que sin importar fronteras, distancias ni pandemias, todo en el mundo está bien si ella me sonríe, porque no pido nada más, que ser feliz cuando ella lo está. 

Mi madre se merece el Universo entero, y aunque no puedo dárselo, sí puedo crear para ella lo que sea necesario, porque verla feliz siempre, es mi mayor anhelo.

¡Hasta el pŕoximo jueves!

Postdata: Feliz cumpleaños, mamá Ene. Te amo.

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