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Letras y Memorias

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Y entonces, observó

Hay allí, colocado al otro lado de mi visión, otro como yo. Uno igual en sus formas y posturas, igual en sus colores y sombras. Hay uno igual a mí que bien puedo ser yo o, cualquier otra cosa carente de voz y pasión. 

Allí veo entonces mi reflejo, pero no entiendo si justo ahora yo soy real o lo que he encontrado en el espejo lo es. Analizo bien sus rasgos y naturalmente mi otro yo hace lo mismo, siempre con la exacta precisión con la que yo me muevo y parpadeo. 

Le he hablado en algunas ocasiones, no muchas pero tampoco escasas. Al hacerlo pareciera que no sólo arremeda mis palabras sino que igual le da respuesta a mis preguntas; a veces parece que yo soy ese reflejo que miente y el espejo es quien habla seductoramente. 

Acerco la mirada con la intención de captar hasta el más mínimo detalle. Veo ahí el lunar en la frente, herencia de mi abuelo. Veo los cabellos desordenados y la barba recién recortada. Con la agilidad visual de un águila noto que esa figura del espejo lleva una pestaña alojada en el ojo derecho y entonces asumo que en algún punto, el adivinar el paradero de aquél pelillo, podría hacernos ganar un deseo. Yo pediría dominar y ser padre del tiempo, desconozco qué anhele mi reflejo.

He pensando en que quizás le gustaría salir de aquella fría plancha de vidrio y aluminio, para seguir mis pasos más allá del pasillo donde nos encontramos siempre que acude mi vanidad a adorarle, a adorarnos. 

Si yo fuera mi reflejo, me encantaría dar un paso fuera de esa dimensión plana con la intención de ver el mundo que yo sí logro ver. Si yo fuera mi reflejo seguramente buscaría suplantarme porque, ¿qué mejor que un ser único en este mundo tan ordinario? Pocas cosas, y la Luna es una de ellas. 

He mirado hoy muy fijamente mi reflejo. Le he puesto atención a tal grado que ahora siento que esa mirada mía, me sigue mientras ando por la vida. Siento que esos ojos que son de esta cara, ahora ya no me pertenecen porque el reflejo se adueñó de todo cuanto yo era, y ya no soy pero puedo volver a ser. 

¿Qué ocurrirá entonces con lo que soy y se puede palpar? No lo sabré, pero seguro que del otro lado del vidrio, mi yo de esa dimensión piensa lo mismo que me tiene a mí con la duda en el aire, y es que, sé que él piensa igual que yo porque de cierta manera, ambos somos una interminable e infinita extensión uno del otro, yo acá y él allá, en su mundo.

¡Hasta el pŕoximo jueves!

Postdata: No miren tanto tiempo su propio reflejo, porque podría pasarles lo que al pobre Narciso. 

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