Home Nuestra Palabra Letras y Memorias

Letras y Memorias

0
Letras y Memorias

Nos veremos de nuevo

Finitos y contados son los días del ser humano en el planeta. Contados son los minutos que uno tiene disponibles acá. A veces los prolongamos tanto como podemos, y a veces sin esperarlo, de pronto ya no hay ni un segundo más. Llegamos hasta cierto punto y de ahí no pasamos, llegamos hasta donde el ímpetu nuestro lo permite, pero no más allá.

Nadie nunca nos prepara para escuchar la mala noticia de que alguien cercano ha visto sesgada su vida por la muerte sabia, y su hoz. Nadie nunca nos dice qué hacer cuando los ojos de quien nos recuerda ya no podrán vernos, ni nosotros los suyos. El ser humano carente de preparación, no sabe que nace y vive para morir; no sabemos que desde que lloramos al venir a este mundo, estamos iniciando una cuenta regresiva que sólo se detendrá cuando exhalemos por última vez.

No hay respuesta ante la pena que se anida en el corazón cuando alguien se va y nos deja esperando una verdadera despedida. Añoramos que ese tiempo finito y contado, sea benévolo y nos dé un par de minutos extra sólo para poder saludar y a la par, decir “adiós” cuando ya no hay más por hacer, pero el tiempo no es bueno cuando uno busca exprimirlo y abusar de él. 

El tiempo nos enseña que, pese a tener contados hasta los segundos, el místico regalo de la vida viene acompañado de memorias y momentos dulces, que tienden a ser más que los de amargura y tristeza. Son por ende, aquellos que permanecen en la cabeza y el corazón, porque entonces de nueva cuenta sucede que la luz nivela la balanza a su favor contra la oscuridad y su intriga.

¿Saben? Nadie nunca está preparado para ver partir a alguien. Nadie nunca está preparado para despedirse de una madre, esposa, hermana o tía, vaya que, nadie está listo para decirle “adiós” a un ser amado pero, contra eso no podemos, no podemos ni podremos nunca, porque, al final del día, lo único que tenemos quienes nos quedamos, es reconocer que una despedida así en realidad es una pequeña pausa mientras esperamos ver de nuevo a ese alguien, tal vez en otra vida. 

Nadie está preparado para poner de pronto una sonrisa cuando el corazón está hecho añicos, y la verdad es que justo ahora tampoco yo me siento preparado para hacerlo, pero de días así se conforma el tiempo de todos nosotros: de lo bueno y malo; porque si aceptamos lo que nos hace bien, entonces sería justo que también nos abracemos a lo que nos pone lágrimas tristes en las mejillas. 

Es así que uno se abraza a la muerte y le da un beso cálido en la frente mientras el corazón cruje, cruje sabiendo que no veremos de nuevo esa mirada que nos brindó alegrías y amabilidad pero, de forma extraña, ese mismo corazón oprimido se siente en calma porque el firmamento se ha ganado una estrella.

¡Hasta pronto! 

Postdata: Que la fuerza nos acompañe siempre.