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Letras y Memorias

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Letras y Memorias

¿Para qué saltamos? 

A veces la niebla es densa pero no porque el clima así lo haya decidido desde su vasta inmensidad. A veces, es densa la niebla porque la cabeza se ve llena de fatiga, las manos pesan y los pies palpitan a un ritmo distinto al del pecho. A veces, somos nosotros la niebla misma de nuestras vidas y, por ende, somos quienes con el afán de diseñar una existencia más sencilla, terminamos por sabotear la comida, una risa, la tarde bebiendo cerveza o el domingo caminando hacia la luz del día.

Son varias las ocasiones en que esta cabeza que les habla mediante estas líneas, ha emprendido viajes y construido utopías. Son varias las ocasiones en que, a medio camino, de pronto tomo un giro y regreso a la comodidad de mi zona segura, de mi sitio mágico, en donde nada abruma, nada agobia y mucho menos lastima. 

No hay garras en esa zona segura, tampoco prisiones ni pesadillas. No hay penas ni miseria, tampoco dejo lugar para cualquier tragedia. Esa zona segura es tan sólida e impenetrable que se vuelve aburrido que jamás algo pase allí, no pasa ni una brisa bella como las que hay en la airosa Pachuca, y tampoco pasa ese calor mortal y seco que me recuerda a otras latitudes. Esa zona segura es tan segura que termina por aburrir y generar hastío, termina por cansar cuando su meta debería ser brindar paz. 

Es inevitable entonces pensar que, cuando uno es separado del cordón umbilical y da sus primeros chillidos al saberse vivo y con la necesidad de respirar, en realidad está preparando todas sus horas y energías para alcanzar las estrellas que otros más no han logrado siquiera ver; cuando uno nace está en realidad dando el primer paso de lo que serán muchos más y, por ende, se está aventurando a explorar tantos puntos, tantas miradas y tantos sabores, como sea posible.

Somos esa clase de ser que, absurdamente, busca la comodidad de no fatigar los pies y menos el corazón, cuando nuestra gloria y vida se basa en agotarnos de todo y saber reinventarnos una vez cansados. El empleo, los impuestos, los sueños y corazones rotos, las relaciones fallidas y hasta las pérdidas, son esa cama elástica que tienen como fin enseñarnos que muchas veces, lo único que podemos hacer como raza es dar un salto de fe, lanzar nuestros cuerpos hacia el vacío mientras anhelamos que en esa caída incierta, un portal mágico nos traslade hasta la cima de una cumbre en donde nos sintamos conquistadores del paisaje.

Hoy, seguro que ustedes y yo no sabemos lo que puede pasar porque, vamos, nadie tiene certeza de que este mundo en el que vivamos sea siquiera real y no producto de juegos azarosos de gigantes aburridos que, a su vez, sean marionetas de algo más grande que ellos pero, lo bello de vivir en la incertidumbre es que si uno mira con los ojos adecuados, puede encontrar belleza hasta en lo más simple, y puede saberse rodeado de magia incluso cuando no haya hechiceros cerca. Lo bello de estar vivos es que al otro lado de la brecha que estamos dudando saltar, encontraremos una nueva aventura, sin saber si nos llevará por uno u otro camino, pero con la certeza de que a donde sea que vayamos, dejaremos de estar en donde nos quedamos parados ayer, la última vez. 

¡Hasta el próximo jueves!

Postdata: Hoy andamos acá, mañana seguro igual… pero, más vale aprovechar y no errar.

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