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Letras y Memorias

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Letras y Memorias

Así (no) estaba escrito

Cuando los días avanzan y las horas se cubren de pesadez y tedio, la cabeza da todas las vueltas que el planeta mismo ha dado y al final, queda apenas una resolución simple pero poderosa: “¿Cuál es mi destino?”.

Pensamos mucho en demasiadas labores que a veces ni siquiera nos atañen pero, es esa la naturaleza humana, es esa la idea de mantenerse ocupado y preocupado por aquello que venga o incluso, lo que ya se ha ido, eso somos. 

Sin embargo, en momentos de profunda conexión y desconexión de todo, nos martilla la mente la idea de sabernos apenas peones en un inmenso tablero de ajedrez donde, la única libertad que gozamos es aquella que una mano suprema nos brinda, y bajo la cual una cosa va al frente y al igual que un caballo de carreras, todo en los costados es invisible. ¿Somos acaso el experimento de algo tan enorme que no nos brinda siquiera la oportunidad de labrar el camino propio? ¿Qué somos?

En no pocas ocasiones, he pensado que todo cuanto hacemos o deshacemos, ocurre por voluntad mística y no propia, ocurre porque en una suerte de libro gigante de hojas laminadas en oro, cada humano tiene escrito todo lo que en su existencia física debe ocurrir pero, ¿y si no es así? O, en todo caso, ¿cuán aterrador sería que fuese tal cual lo pienso? 

Es aterrador saberse destinado a morir de una forma y no de otra, pero más terrorífico es no saber que eso pasará aún cuando hagamos todo por cambiarlo. ¿Qué nos dice cuánto tiempo vivimos y en qué momento morimos? Nadie sabe, al menos no en este planeta, porque seguro que uno de los Dioses que vigilan todo, está consciente de que nuestra efímera vida ha sido perfectamente escrita.

Me gustan los gatos porque así estaba escrito. Me encanta la pureza del bosque porque era mi destino que ocurriera así, y detestara las playas… Soy feliz y pleno justo ahora, porque en mi libro de la vida dice que más adelante, las cosas no serán así. 

Pero, ¿y si nosotros somos quienes diseñamos y construimos nuestra vida? Entonces de nada valen esas místicas hojas doradas que cuentan nuestra existencia porque, somos nosotros y nadie más quienes tenemos la valía de cambiar aquello que estaba escrito y hacer modificaciones en el guión. 

Tal vez, y quizá sólo por un momento, los pequeños suspiros que emanamos forman tormentas que asustan a los Dioses mismos y, es entonces, cuando ese giro diminuto en dirección contraria al destino, altera todo. Tal vez adoptar un gato hizo que notara que yo no estaba destinado a perros de raza grande, sino a la frialdad de un maullido ordenando comida a las 8:00 de la mañana; tal vez hallar entre los pinos y el frío la calma que ningún sitio me ofrecía, fue el momento cumbre para que aprendiera a valorar lo que de niño no me gustaba… tal vez soy feliz y pleno en este punto de mi vida, porque así lo he querido y batallé para llegar a ello; tal vez hoy soy más feliz que antes porque me abracé a ese destino que veía lejano pero que, al final, sólo yo he construido. 

¡Hasta el próximo jueves!

Postdata: Tal vez el destino aún nos tenga más giros preparados en el drama, pero seguro que sabremos abrazarlos.

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