Letras y Memorias

Letras y Memorias

¿Puede uno regresar el tiempo?

He soñado con otros años. He soñado con mis pies andando por un túnel apenas iluminado, acompañado de mi padre que me despide sereno antes de ir hacia la próxima estación. He soñado con otros tiempos y ha sido irremediable añorar lo que dejó el pasado.

Fui afortunado de verme más joven, y no es que hoy me sienta viejo pero, a veces ocurre que cuando uno es niño, desea con ansiedad ser adulto y entonces se pierde de mucho. 

¡Qué alegría me generó ver esos rostros que hace tanto no encuentro! Siempre he sostenido que los sueños deberían ser catalogados como una fiel extensión de la realidad, porque cierto es que lo que se vislumbra mientras los ojos permanecen cerrados, tiene su razón de ser en aquello que buscamos hasta debajo de las piedras. 

Es entonces que sin poder palpar las manos que nos saludan ni los labios que nos hablan, uno se encierra en ese plano onírico, se rodea de risas y voces más tiernas que las que hoy seguro existen y, con la protección del minino de mirada azul, sonríe mientras el cuerpo yace inerte tumbado en una cama.

He sido afortunado de poder abrazar de nuevo a Armando, Mau, Carlos y Morelos. Me sentí enormemente feliz de platicar con Narda y cantar junto a Erin, Pammeli y Alejandra. Fui muy feliz llorando con Diana y Laura. Fue benevolente la vida al permitirme verlos aunque haya sido dormido, y recordarles como si el tiempo no hubiera pasado por todos nosotros allá, en esos muros de nuestra secundaria ubicada en el área limítrofe entre el Estado de México y el entonces, Distrito Federal.

La magia de cuando uno es joven, no tiene que ver con los primeros indicios de vello facial ni con el cambio forzoso en la voz para engrosar el timbre de nuestras palabras, más bien radica en que cada gesto y cada carcajada son sinceras y no se fingen, no usamos máscaras como ahora en donde nos causa pesadez seguir una rutina y darle gusto a terceros sólo para no sentirnos fuera de algo; la magia de aquellos años en que mis días los iniciaba a las 4:15 de la mañana, se centra en que sin importar el cansancio siempre tenía tiempo para jugar futbol al llegar al Plantel aunque los zapatos negros se desgastaran por las fuertes patadas que le daba uno al balón. 

Lo mágico de aquellos años junto a mis camaradas de secundaria, radicó siempre en su cariño honesto, en sus llamadas de atención pese a tener apenas 13 años, siempre hubo un cobijo tan puro por parte de aquella pandilla que, hoy, poder verlos como ingenieros, abogados, médicos, contadores y adultos en general, me llena, pues aunque no fui parte de su proceso, sí me siento parte de sus logros y sus alcances, aún cuando la vida nos separó sin poder decirles adiós. 

Naturalmente, las páginas a veces se cubren de nostalgia y lo que uno quisiera es aparecer inmediatamente junto a ellos, aunque el prefecto nos regañara por las pulseras en las manos, el peinado nada alineado y el rock sonando fuerte en los audífonos escondidos discretamente. Naturalmente quisiera tumbarme junto a los Romanes y agarrar un par de guitarras para cantar al ritmo de Nirvana, My Chemical Romance o Green Day y, entonces, recrear esos días en que ser estrellas de la música era nuestro propósito, aún sin instrumentos o talento.

Hoy, al despertar junto al vigilante de cola anillada y ojos celeste, una lágrima recorrió la mejilla diestra y murió en una boca sonriente, porque pese a los años y la distancia, el recuerdo de la camaradería alumbra las mañanas frías de Pachuca, y conforta al corazón que sigue extrañando, y espera volver a casa pronto. 

¡Hasta el próximo miércoles!

Postdata: Gracias siempre a mis amigos del grupo 1, 2, 3 y 4. Gracias a todos por marcar la vida que hoy tengo. 

Mi Twitter: @CamaradaEslava

Mi correo: osmareslava@plazajuarez.mx/historico/historico 

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