Letras y Memorias

Vórtice 

Un hielo, después otro trozo igual de grande y enseguida se sirve el elixir de la vida. Poco más de la mitad del vaso se llena con agua mineral… tras una bocanada amarga otorgada por el cigarrillo entre los dedos, se pone la mente a trabajar 

Se agita el vaso y a través del cristal, se proyecta una suerte de realidad que no me termina de convencer, ¿está a mi alcance eso que veo o sólo me han arrojado en un vórtice que hambriento, devora todo a su paso? No sé, lo ignoro, pero aquí estoy y parece que al menos esta noche, no me iré.

En los tentáculos de un kraken mezo los cigarrillos restantes en la cajetilla. El fuego asusta al monstruo y causa la misma sensación en mí, respirar me asusta también así que desmayo el cuerpo luego de contener el aliento, mientras los acordes de una canción se nublan en la lejanía del paisaje que la cabeza ha diseñado con toda intención de sedarme y colocar mi desnudez en una playa de arena aperlada.

Se cuentan las horas con la mano que no sostiene el whisky. Uno, dos tres, cuatro, cinco… me faltan dedos y me sobra tiempo, no quiero soltar mi vaso porque si su elixir me ha puesto aquí, seguro también su elixir me regresará a como solía vivir. 

Bebo todo el contenido y cuando reacciono ante el remolino que me tiene inmóvil en medio de la nada, descubro que ni estoy ni estuve, sino que apenas llegué y a lo lejos me saludan quienes han estado y permanecen en pie. Miro con detalle los rostros de esas personas y atino a sus nombres, sus colores y el aroma que desprendieron cuando me abrazaron, clavo la mirada en esa arena aperlada y mis pies se apresuran hacia mi tesoro de piel nívea que aguarda por mí con los brazos abiertos y los labios dulces susurrando mi nombre con todo y apellidos. 

Siento la miel de una boca amorosa en las mejillas, la sonrisa y las barbas ordenadas en perfecta sincronía con esta vida que sólo cuando duermo, es una pesadilla. Y esa misma miel me sabe a gloria cuando la mano se levanta y nota que el elixir mágico escocés, se ha regenerado como para embriagarme otros mil años, o al menos una nueva luna cada que mi sed lo hace sucumbir. 

Palidece mi pulso en la frialdad de ese vaso con hielo y whisky, se desguanzan los brazos y las piernas son livianas como para cabalgar por los vientos de la Comarca Minera; se ha apagado la luz interior porque el cansancio nos venció.

Con una nueva bocanada de vida otorgada por el mortal cigarrillo en la mano zurda, levanto la mirada y clausuro los sueños por hoy, se despiden los paisajes del iris y la voz hace eco en la profundidad de los muros que encierran mi voluntad. 

Terminó un torbellino que se renueva cada cierto tiempo, hoy ha tocado darle cierre a los primeros años luego de 9 mil 512 días por acá, que una vez concluidos empiezan una cuenta desde cero con las manecillas puestas en el sentido contrario al giro del vórtice en que me perdí, y que hasta anoche, todavía me tuvo sumido en su frío y oscuridad. 

¡Hasta el próximo miércoles!

Postdata: Aún no me despierten, quiero que la arena me cubra completo.

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