Aniversario
- “Las venturas más dulces para el alma son las que nos llegan sin esperarlas”
Preso de la nada, resulta increíblemente interesante como es que las temporadas cambian de un día a otro, de un mes a otro o en el lapso de un par de años.
Resulta interesante dar un vistazo hacia el pasado y notar que son suspiros en el viento los que a veces alteran el curso de nuestros caminos, del camino propio. Es increíble el asimilar que la aventura en esta casa editorial tuvo su comienzo en mayo del 2018, y que el giro nuevo de esta vida llegó justo un par de años después, en abril del 2020.
Hace un par de años, un joven quería comerse al mundo comenzando por la capital del estado, quería llegar a tener un espacio como este para poder hablar con muchas personas de todo y de nada a la vez. Hace un par de años la vida era una y, luego de ciertos procesos, mentores y evoluciones, la vida resultó una nueva oportunidad de aventurarse a correr riesgos, a extender hacia nuevos horizontes las alas y, soñar con las conquistas míticas de antaño, pero ahora tornadas a modo de Letras y Memorias.
Los dos últimos años han sido una montaña rusa llena de emociones y adrenalina, de gustos y disgustos, de desvelos y amaneceres radiantes. Y entre tazas de café vespertinas y un colibrí atemporal y dueño de los días, uno se encuentra aquí, en este punto del camino y en este segmento de la existencia, agradecido por la oportunidad de tener noches complicadas en el trabajo, más por el hecho de tener un sustento, que por la cantidad de obstáculos superados; uno se siente agradecido por la experiencia obtenida y las amistades conocidas… el mayor orgullo y gusto de todo esto, es el haber coincidido con personas que le dan un giro a la rutina, y que te muestran las calles y los rincones del alma que no habían sido explorados.
Que han surgido momentos de penumbra, claro está. Pero que no se cambian por nada porque sin ellos uno no se hubiera forjado, es también una realidad.
Pero, ¿qué sería de las estancias en uno u otro lugar, sin los retos diarios de un cierre de edición, sin los retos del desvelo y esa adrenalina al reinventar páginas y esperar que nada nuevo ocurra? La vida de quien se dedica a poner las piezas correctas en el rompecabezas que se le entrega armado día a día, no sería la misma.
Y aquí estamos, aquí estoy. Un par de años después y con la angustia que la pandemia genera, pero con la esperanza renovada, así como se renovó el pasado año, cuando una luz llegó hasta el túnel para iluminar los anhelos y rescatar los sueños.
Distantes quedan las noches en las que un cigarrillo relajaba las tensiones, porque ahora son necesarias más bocanadas de las requeridas un par de años atrás; distantes quedan los desvelos y la ansiedad que sólo se curaba con un poco de whisky al llegar a casa tras un exhaustivo día, porque ahora no resulta útil todo ello, y sería un absurdo pensar que uno no ha aprendido algo nuevo luego de estos 732 días arropado por las murallas amarillas y apaciguado por la fuente de agua clara y los rosales mutilados que, al igual que su servidor, renacen con la dosis de magia adecuada.
Gracias, muchas gracias por las oportunidades y por las lecciones, que vengan más aprendizajes hasta que los pasos se cansen y deban tomar un respiro en medio de la historia que se escribe.
¡Hasta el próximo martes!
Postdata: El reconocimiento para ustedes, lectores, para la familia que ha dado soporte a estos sueños, y para las compañías que creen en lo que hacemos.
Mi Twitter: @SoyOsmarEslava