Una cerveza para empezar una nueva realidad 

• “Salud por esa realidad, y por lo que venga por delante”

Te encuentras en un pequeño bar. Hay frente a ti un tarro con cerveza clara en su interior; yo estoy al otro lado de la imaginaria mesa que nos tiene compartiendo el frío trago esta tarde de jueves, un trago que sin duda resulta necesario en medio de la sacudida que nos tiene dando giros en el tornado. 

La espuma de la cerveza muta en un enorme mar paradisíaco donde caen estrellas y el horizonte oscuro de tu cabello lacio se une a esa idea de una vida nueva.

Por un momento me quedo estático ante el panorama y dentro de mí resuena un enorme eco; ¿qué es la Nueva Realidad?

Un trago a la cerveza, un vistazo profundo a tu mirada y el dibujo de una sonrisa en tu rostro son el guiño a esa vida nueva de la que tal vez escribió Dante cuando conoció a Beatriz, en aquella época donde el destino marcaba los movimientos de rey y reina en el tablero de este mundo.

Hemos de brindar con nuestros tarros por lo que será una Nueva Realidad, el comienzo de un ciclo distinto y distante al que nos puso en este punto, pero que podría ser también parteaguas de nuevas aventuras y esperanzas.

Puede que con el encierro y demás turbulencias, los ánimos decaigan de vez en cuando y que, también se llegue a palidecer un poco la tarde de fuego y las fotografías pierdan sentido, pero siempre que nos tengamos, habrá lucidez en el prado, en la magia de tu pueblo y en la quietud del mío.

Irremediablemente la vida va a continuar, irremediablemente todo por cuanto pasamos hace girar una rueca y entonces de un instante a otro estamos en la parte alta del mecanismo y el pesar de otros días queda bajo tus pies adornados por tu calzado negro.

¡Salud por la nueva vida! Por una realidad que hoy nos brinda la posibilidad de sentarnos en calma y contemplar las horas avanzar frente a nuestros ojos, escurriendo el tiempo entre los dedos como si de ríos se tratara.

Compartimos ese trago helado; se consume la cerveza en nuestro escenario imaginario, con la paz que brinda saberse en confianza con la compañía que tenemos, con la certeza de que sólo cosas buenas quedan por delante, con la seguridad de que allá afuera, en este mundo, tenemos a alguien que quiere leernos, que quiere saber de nosotros, que anhela días mejores para ti y para mí; compartimos una cerveza, tú allá y yo desde acá, pero con la agradable sensación que resulta ser cómplices al menos por un rato, aunque sea desde espacios distintos.

Cae la noche y tras una serie de anotaciones, surge la idea de escribir sobre momentos mejores, sobre la rebelión que se construye desde la esperanza, sobre el mundo gris que no quita los matices tuyos, y que por el contrario, hace más lúcido el color café normal de tu mirada; y henos aquí, o mejor dicho acá y allá: tú mirando a la noche con la ilusión dulce de la nueva realidad, y yo con la emoción de una vida nueva, como la que contó Dante cuando conoció a Beatriz por destino o casualidad.

¡Hasta el próximo miércoles!

Postdata: Gracias por darme un buen motivo para escribir esta semana, y sobre todo, por renovar la fe. ¡Vendrán días mejores y puras cosas buenas!

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