Durante el homenaje que le organizó el Instituto Nacional de Antropología e Historia, el historiador y escritor Miguel León-Portilla se manifestó en contra del recorte presupuestal destinado a cultura para el año próximo: “Somos herederos de dos grandes culturas de la humanidad; del legado del Mediterráneo que llegó con España y de toda la cultura indígena. A pesar de eso, diría López Velarde ‘Suave patria en tu mutilado territorio’. Y es verdad, somos riquísimos, pero tenemos que aprovechar nuestra cultura, y ahora que hacen recortes del presupuesto, hacerle recortes a la cultura es como querer quitarle el alma al pueblo.”
En el evento, enmarcado en la 28 Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia, León-Portilla también se expresó a favor de la identidad cultural: “Los invito a profundizar en nuestra herencia; lo indígena es una cultura extraordinaria que aún vive entre nosotros. Yo sostengo que, en un sentido, Mesoamérica no ha muerto: está presente en el Norte de México donde antes no estaba, está presente en California, en Texas, en Chicago, está presente en Nueva York para que se entere el señor Trump.”
El homenaje, que fue realizado este viernes en el Museo Nacional de Antropología, contó con la presencia del Secretario de Cultura, Rafael Tovar y de Teresa, quien expresó que León-Portilla “nos ha dado, en una vida comprometida con la historia de México, lo que significa el reconocernos como una nación multilingüe, diversa, de riqueza patrimonial excepcional que nos da esa identidad múltiple que nos ha conformado como sociedad. Nuestro reconocimiento está lleno de afecto a su enorme talento.”
El evento fue organizado a manera de charla con colegas y discípulos del historiador; en la mesa de diálogo participaron Baltazar Brito, director de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia; Patrick Johansson, investigador y académico de lengua náhuatl; y el reconocido arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, quien se expresó de León-Portilla diciendo: “Para Miguel, fue el encuentro entre dos mundos más que una conquista, porque su voz siempre ha estado del lado del indígena; les ha dado la palabra por medio de sus obras, que siempre están llenas de sabiduría, entendimiento y muy buena escritura.”
León-Portilla contó que tuvo que superar muchas adversidades para poder titularse, ya que su tema de tesis buscaba reivindicar a la población indígena al sostener que había un ejercicio filosófico en su pensamiento y obra escrita. Francisco Larroyo, filósofo neokantiano que en aquel entonces era director de la facultad de Filosofía y Letras, se mostró renuente a su titulación, debido a que en aquella época se consideraba que no había postulados interesantes en las obras prehispánicas.
En palabras de León-Portilla, el padre Ángel María Garibay, importante traductor que fue su tutor principal para acercarse al náhuatl y después a la reflexión en torno a los códices, era un hombre con cáscara amarga, pero que abría su corazón de par en par. Lo conoció en 1952 y le instruyó para aprender náhuatl durante sus primeras investigaciones: “Los libros del padre Garibay cayeron en mis manos; preguntas como ‘¿La vida es acaso un sueño del cual nos despertamos? ¿Podemos decir algo del dador de la vida?’ me sorprendieron, porque encontré en la épica náhuatl y en la poesía del altiplanicie, lo que estaba estudiando antes en la filosofía de Henri-Louis Bergson; eran preguntas presocráticas, de Parménides, de Heráclito”, explicó.