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Lenín Moreno y su “mano tendida” en Ecuador

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Ecuador rechazó el cambio… prefieren la izquierda

El candidato de la Revolución Ciudadana gana las elecciones presidenciales frente a la opción del ‘cambio’ de Guillermo Lasso
Lenín Voltaire Moreno fue bautizado así en honor al líder ruso y al pensador de la Ilustración francesa. Su padre buscaba conjugar en su nombre “los derechos de los ciudadanos y el respeto a libertad”. Hijo de maestros y nacido en La Amazonía ecuatoriana (1953), Moreno no pudo terminar las carreras de Medicina y Psicología. Fue expulsado de la universidad por participar en una huelga de estudiantes.
Lenín Moreno se despedía de la política ecuatoriana, en principio para siempre. Cambiaba la vicepresidencia por la ONU. Decía adiós a Carondelet con unos índices de popularidad que rozaban la perfección. Pero Moreno no ha podido cumplir su plan. “Fue ante la insistencia del movimiento y ante la insistencia de un país que decidí regresar a la política”, explicaba el entonces candidato en un encuentro con la prensa.
“Yo teóricamente ya estaba retirado”.”En mi casa, se desayunaba, almorzaba y cenaba con la política” comenta entre risas Ivette Moreno, la hermana del mandatario. “Mi padre fue cuatro veces legislador. Lenín lleva en sus venas esa faceta”, asegura.
Moreno era la mejor carta de Alianza PAÍS (AP) para unas elecciones sin Correa. Representaba la voz dialogante de la llamada Revolución Ciudadana, que con su predecesor había mostrado su cara más confrontadora. El “estilo propio” de Moreno era la apuesta para recuperar a los desilusionados con la década ganada. “Las diferencias entre Correa y yo son de estilo, el programa será el mismo, con cierta variaciones importantes que habrá que hacer”, promete Moreno.
La actitud de Moreno tiene mucho que ver con lo que ocurrió en Quito el 3 de enero de 1998. Ese día, mientras esperaba que su esposa Rocío saliera de una panadería, dos hombres le asaltaron para robar su coche. Lenín entregó las llaves sin oponer resistencia; aún así, le dispararon. Rocío llegó a tiempo para evitar que su marido fuera atropellado. “Fue muy doloroso para toda la familia”, recuerda su padre, Servio Tulio Moreno. La bala que atravesó su columna obligó a Lenín Moreno a pasar cuatro años en la cama. “Él nos aseguraba que iba a volver a caminar”, cuenta Servio. “No caminó nunca”.