Home Orbe Las víctimas cuentan la pesadilla del incendio

Las víctimas cuentan la pesadilla del incendio

0

Los vecinos del edificio Grenfell relatan cómo escaparon y ayudaron a otros a salir. Residentes como Khadija, Anthony o Nura no lograron huir de las llamas

Miguel Alves y su joven vecino Khalid Ahmed seguramente salvaron varias vidas al golpear frenéticamente cuantas puertas pudieron para alertar sobre el fuego a los residentes que estaban durmiendo. El primero se encontró con el incendio al llegar muy tarde a su casa tras una cena familiar, mientras que el segundo seguía despierto a esas horas porque había estado esperando la caída del sol para comer algo, en cumplimiento del Ramadán.
“Por favor, rezad por mí, hay un incendio en el bloque y no puedo salir del piso. Rezad por mí y por mi madre”, es el mensaje que Khadija Saye colgó en su cuenta de Facebook a las 3 horas de madrugada del miércoles, mientras las llamas seguían devorando la torre Grenfell de Londres. Nada se ha vuelto a saber de esta artista de 24 años, que residía en uno de los apartamentos del piso 20, desde que lanzara la desesperada misiva al saberse atrapada junto con su progenitora, Mary. Una espesa capa de humo les impedía salir del inmueble de 24 plantas, que acabó ardiendo como una tea.
Los testimonios de varios supervivientes, de sus familiares y amigos, esbozan el relato de cómo los vecinos del inmueble vivieron aquella pesadilla.
Las autoridades no han aventurado ningún indicio sobre las causas del incendio, pero la hipótesis principal es que se originó en el apartamento de Behailu Kebede, en la cuarta planta. En la madrugada del miércoles, este taxista etíope, de 44 años y que lleva residiendo tres lustros en Reino Unido, llamó a la puerta de su vecino Abdul. “Nos dijo que teníamos que salir porque había fuego en su apartamento”.
“Su amigo añadió que la nevera había explotado, pero los dos parecían tranquilos”, relata Abdul. Maryann Adam, otra residente, explicó a la prensa británica que fueron los vecinos quienes la despertaron, porque no sonó ninguna alarma contra incendios. Y ello a pesar de que ella misma pudo ver un fuego “pequeño” en el piso de Kebede.
Cuando las llamas -que todavía no se sabe si procedieron de ese u otro punto- comenzaron a propagarse con rapidez, Paul Munark se precipitó escaleras abajo desde la séptima planta y logró escapar. “Las alarmas antiincendios no saltaron dentro del edificio”, corroboró también.