Las protestas desatadas por la muerte de Mahsa Amini tras ser detenida por no llevar el velo pierden fuerza en Irán tras las ejecuciones de cuatro manifestantes, cuando se cumplieron cuatro meses del comienzo de la revuelta que pide el fin de la República Islámica.
Los gritos de “mujer, vida, libertad”, eslogan de las protestas, apenas se escuchan ahora en las calles del país persa. En las universidades, uno de los principales focos de las manifestaciones, los estudiantes ya no desafían a las autoridades.
Los graffitis contra el Gobierno han sido tachados en las paredes de Teherán e incluso están desapareciendo los gritos desde las ventanas por las noches de “muerte al dictador”, en referencia al líder supremo de Irán, Ali Jameneí.
Las protestas comenzaron tras la muerte el 16 de septiembre de Amini bajo la custodia de la Policía de la moral por no llevar bien puesto el velo obligatorio, protagonizadas por jóvenes y mujeres que piden más libertades.
Con el paso de las semanas la revuelta ha ido mutando, primero con grandes manifestaciones, después con movilizaciones en las universidades, más tarde en colegios y finalmente con pequeñas y esparcidas reuniones para evitar a las fuerzas de seguridad. La respuesta de las autoridades ha sido la represión.