Las nostalgias

FAMILIA POLÍTICA

“Las novias pasadas son copas vacías
En ellas pusimos un poco de amor.
El néctar libamos, huyeron los días.
¡Traed otras copas, con nuevo licor!
Manuel Gutiérrez Nájera

“Nacer es, simplemente, comenzar a morir”, decía Gautier. Es adquirir, de manera involuntaria, boleto para un viaje cuyo destino es cierto, pero desconocido. La ventanilla es única y el pasaje se expide automáticamente, con el primer soplo de vida. Sabemos a dónde vamos, pero no cuándo partiremos. Ignoramos también si nuestro pase de abordar es Clase Premier, de segunda o de tercera.
    “Vengo desde tus brazos, no sé hacia dónde voy”, escribió Pablo Neruda en su inmortal poema Farewell. El punto de partida casi siempre se conoce, no así los caminos que suelen ignorarse, antes de que se cumpla la fatalidad de llegar a la meta. Entre el Alfa y el Omega hay un espacio del cual se nutren las incertidumbres; tal vez hasta exista libre albedrío, en determinadas circunstancias.
Mientras se vive, poco a poco se engendran las nociones de pasado, presente y futuro. Es, la infancia, una etapa feliz; la inconsciencia de clase hace que se ignore la miseria; hasta en el hambre puede dibujarse una sonrisa.
La adolescencia es una crisis entre el niño que es proyecto, semilla, potencia…Y el hombre que es plenitud, árbol, acto, realidad… ¡Cuánto sufre un niño para llegar a ser hombre!
La escuela, los primeros amigos, las primeras ilusiones, los primeros amores platónicos… Todo se acaba, pero sólo para continuar. Los ciclos se repiten como el símbolo griego de la serpiente que se muerde la cola.
El sabor de la nostalgia; el recuerdo como vivencia ¿Masoquismo? ¿Resistencia al cambio hacia adelante?, ¿Deseos de permanencia y aún de retroceso?… En la familia, en la sociedad, en la escuela, en el trabajo, de manera consciente o inconsciente, el ser humano siempre busca zonas de confort.
Profesionistas, políticos, empresarios y hasta personas con ocupaciones modestas, disfrazan de amor su rutina para conservar una actividad que tarde o temprano se acabará o acabará con él (un día amanecerá corrido o jubilado, en el mejor de los casos).
Los optimistas dicen que el “mañana” no se acaba (Gutiérrez Nájera hablaba de las novias pasadas), otros sienten añoranza por los empleos que se fueron o se irán. Yo prefiero coincidir con el poeta y pensar que siempre habrá copas con nuevo licor.  Hasta después de la última, que habrá de brindarse con la muerte.
Más allá no lo sé, nadie lo sabe.   

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