A lo largo de su vida, el emperador estuvo rodeado de más mujeres que hombres en su entorno familiar y las empleó para ocupar cargos que se suponían propios de varones en esos tiempos
Hablan las mujeres que quisieron a Carlos V. Las que le amaron con pasión, las que le fueron leales hasta sus últimos días y también aquéllas que marcaron fugazmente su vida. Almudena de Arteaga (1967) da voz a diecisiete de ellas en su nueva novela histórica, «Por amor al emperador» (La Esfera de los Libros, 2016). Un libro que arranca con la voz femenina más importante en la vida del emperador, su tía Margarita de Austria. «Ninguna influyó tanto en la vida del futuro Carlos V como Margarita. Fue una mujer admirable que supo educar perfectamente a todos los hijos que estuvieron a su cargo», asegura Arteaga en una entrevista con ABC.
Al menos, cuatro amantes
Antes de su matrimonio la autora enumera al menos cuatro amantes, entre ellas Germana de Foix, viuda de Fernando El Católico. El viejo Rey pidió a su nieto que cuidara de su esposa, «pues no le queda, después de Dios, otro remedio sino sólo vos…». Y Carlos se tomó al pie de la letra estas instrucciones. «No sé si hubo amor entre ambos, sí mucha pasión. Él era inexperto y joven, aunque alguna amante había tenido en Flandes, y ella le enseñó varios secretos apasionados», relata la autora de «Por amor al emperador» sobre una relación que dejó una posible hija extramatrimonial, Isabel.
Pero si hay que hablar de hijos ilegítimos es imprescindible citar al que el emperador engendró con Bárbara Blomberg, Don Juan de Austria, el héroe de la batalla de Lepanto. La hermosa alemana fue su última pasión.
A lo largo de su vida, el emperador estuvo rodeado de más mujeres que hombres en su entorno familiar y las empleó para ocupar cargos que se suponían propios de varones en esos tiempos. «Aprendió de niño gracias a su tía que confiar tareas de gobierno a las mujeres era una buena decisión. Lo hizo con su esposa, con sus hermanas y más tarde con sus hijas», apunta Almudena de Arteaga, miembro de la Real Academia Hispano Americana. Les dio tanto como les exigió.
«El amor hacia el Imperio de estas mujeres queda fuera de toda duda. Eso, a pesar de que él les pidió grandes sacrificios», subraya la novelista. El día que Carlos V decidió retirarse, con solo 55 años, dos de sus hermanas, Leonor y María, siguieron sus pasos y le acompañaron a la Península Ibérica. Los tres hermanos morirían en el transcurso de un mismo año, 1558.