Vaya días que nos ha tocado vivir, querida lectora, querido lector. Sin embargo, en estas aciagas jornadas, siempre es reconfortante saber que al frente del barco, con un rumbo claro y el timón firme, está un líder que nos sacará de la tormenta.
Para tranquilidad de los cientos de millones de habitantes de países como México, Estados Unidos, Venezuela y Brasil, sus respectivos presidentes han tomado en sus manos la contingencia y no solo han blindado a sus pueblos del coronavirus asesino que produce la enfermedad del Covid-19, sino que han infundido a sus amados ciudadanos la tranquilidad necesaria que hace falta para enfrentar este tipo de amenazas mundiales.
Es en este tipo de situaciones, en estas pruebas, es cuando se demuestra la grandeza de un gobernante, su templanza. Esta pandemia ha dejado muy claro qué países tienen en el gobierno a verdaderos estadistas.
Desde su cuarentena y a una sana distancia, pero siempre con cariño, este Arlequín, pobre (y por tanto 100% inmune al Covid-19), le propone reflexionar sobre las frases pronunciadas en estos días históricos por algunos de los próceres nacionales. Mire que muchas de esas frases son unas verdaderas joyas.
Aunque no sea muy correcto, permítame empezar por el de casa.
“Hay quien dice que por el coronavirus, no hay que abrazarse, pero hay que abrazarse, no pasa nada”, dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador el 4 de marzo pasado cuando en México había 5 casos confirmados de Covid-19 y 39 sospechosos.
Y días después, para demostrar en la práctica su teoría, el mandatario no solo repartió abrazos apretujados durante una gira por el estado de Guerrero, sino que besó y dio mordiditas en la mejilla una niña. Claro que los fifís y conservadores reprobaron la muestra de amor del líder máximo de la Cuarta Transformación hacia el pueblo bueno. Pero, a ver, ¿acaso la niña se contagió de algo que no sea la felicidad de recibir un ósculo y mordisco presidencial? La ciencia no miente, ella está sana y con una anécdota que contar (por cierto, grabada en video y toda la cosa).
Y, más adelante, conforme crecía la pandemia, mientras los críticos, los neoliberales y la prensa fifí hablaban de la carencia de respiradores y camas de terapia intensiva, para enfrentar una ola de contagios como la que se ve venir, el mandatario respondió con aplomo y para tranquilidad del pueblo dio a conocer que tiene listo un blindaje de imágenes religiosas y amuletos, listos para enfrentar la pandemia. ¡Así que para qué tantos fierros y aparatos modernos!
“El escudo protector es como El Detente…. el escudo protector es la honestidad, eso es lo que protege, el no permitir la corrupción…detente enemigo…”, dijo mientras mostraba como parte de su arsenal contra el coronavirus imágenes del Sagrado Corazón de Jesús y un billete de dos dólares.
Pero en Washington también hace aire. Y para que vea que en la historia del mundo hay épocas en las que la fortuna hace que coincidan al frente de las naciones grandes mentes y gobernantes que cambian el curso de la historia universal, ahí tiene el caso del presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump, quizá el hombre más poderoso del mundo, el mejor informado y, sin duda, el mandatario que cualquier país quisiera tener al frente de una emergencia como la actual.
Él sí ya de plano, está en otro plano, o como diríamos por estas tierras, él se cuece aparte.
Don Donald, cuya nación ayer jueves se colocó como la que más casos confirmados de Covid-19 registra en el mundo, ya tiene hasta fecha para de salida de la emergencia. Mientras otras naciones bananeras, como Alemania y Francia, no ven la luz al final del túnel, el señor Trump está listo para abrir su país y reactivar su economía y, de paso, seguir con el temita aquél de su campaña por la reelección, aunque eso no es lo más importante.
Para que vea que como estos gringos hacen todo rápido y bien… aquí tiene una cronología de las perlas trumpistas.
“Tenemos un muy pequeño problema en este país en este momento, solo cinco (casos confirmados) y todas esas personas se están recuperando exitosamente”, dijo el 11 de febrero el presidente Trump, recuerde, uno de los hombres más informados del mundo, sino es que el más informado sobre lo que pasa y va a pasar en el orbe y galaxias circunvecinas.
Días después, explicó que “para abril, ya saben, cuando caliente un poco, milagrosamente se irá, eso es cierto. Solo tenemos 11 casos y todos están mejorando”. No deje de notar que como todo mandatario de primera y amante de la ciencia siempre confía en que un milagro vendrá, en este caso Tonatiuh, dios del sol, o su equivalente anglosajón.
Ya para el 11 de marzo, el líder comenzó a ver mejor el tamaño de la amenaza, pero además también tenía identificado al responsable: “Hace cuatro semanas nadie pensó que esto era un problema (…) Esto vino de la nada. Realmente vino de China”.
“Siempre supe que era real, esto es una pandemia. Presentí que sería una pandemia mucho antes de que se le catalogara como pandemia”, dijo el día 17 de marzo, lo que demuestra que él tenía toda la información, pero que no valía preocupar al pueblo estadounidense y a algunos otros en el mundo, como el gobierno de Brasil.