“Hay personas que tienen
un problema para cada solución”.
Eduardo Galeano.
Vayan como principio tres anécdotas:
1.
A Jorge Romero, político carismático, con sentido del humor espontáneo y muchas veces ácido, le escuché hablar de un amigo, imaginario supongo, tan negativo que, al desmayarse un día, después de esmerado tratamiento médico se recuperó, pero no volvió ensí; volvió enno.
2.
El poeta Marco Nancen platicaba: “Era una discusión entre un ateo y un iluminado teólogo. El primero, fiel a sus convicciones negaba la existencia de cualquier ente divino y por lo tanto de toda manifestación sobrenatural. El segundo, poseído de místico fervor, defendía con vehemencia la omnipotencia celestial, la fuerza del espíritu y la existencia de los más inverosímiles fenómenos paranormales. Ante la cerrazón científica de su interlocutor, el santo varón procedió a probar su dicho: se postró de hinojos, cerró los ojos, se concentró en una oración que lo sumió en éxtasis profundo… de pronto, ante la atónita mirada del incrédulo, en abierto desafío a la Ley de Gravitación Universal, comenzó a levitar. Lentamente su cuerpo se fue separando del suelo, mientras él continuaba ensimismado en el devoto rezo que le permitía comunicación directa con el Todopoderoso. Cuando se había elevado cerca de un metro, el ateo, ciego de indignación le gritó: ¡Fanático, jijo de la fregada!” Como se advertirá, quien tiene ganas de no creer, no se rendirá ni ante la evidencia; buscará argumentos y en última instancia disfrazará de científico el fundamento de su dogmatismo.
3.
Elbardo, Miguel Ángel Buesa, en su bellísimo Poema de la Culpa, justifica sus amores con una mujer prohibida, al trasladar la responsabilidad de ambos al mismísimo Dios, con base en falacias (razonamientos falsos, con apariencia de verdades):
“Sí… Nuestra culpa es tuya, si es una culpa amar
y si es culpable el río cuando corre hacia el mar.
Es tan bella, Señor, es tan suave, y tan clara,
que sería un pecado mayor si no la amara…
Tú, que conoces todo este dolor sin nombre,
tú también la amarías, si pudieras ser hombre”
Muchas páginas se llenarían con este tipo de ejemplos. Las ganas de no creer van más allá de personalidades contradictorias, dogmatismos religiosos o antirreligiosos, de conflictos que se generan por debilidad de la carne… Las ganas de no creer carcomen también a las instituciones. Trataré de explicarme:
Es innegable el daño que causó al Estado mexicano la fuga de El Chapo Guzmán, pero también lo es que su recaptura es mérito que no debe negarse a sus autores, intelectuales y materiales. No siempre se puede ocultar la verdad; pero sí ensuciarla, distorsionarla, minimizarla… En este caso, un alud de voces anónimas y connotados “líderes de opinión”, hacen cuanto está a su alcance para demeritar el éxito con dudas y comparaciones extra lógicas.
El asunto de Humberto Moreira, se encontraba prácticamente superado. Hoy (precisamente hoy) resurge con intensidad inusitada, con el sospechoso objetivo de fastidiar a las altas jerarquías del sistema y desorientar a la opinión pública. El sarcasmo español se manifestó al utilizar la expresión “misión cumplida”.
Las ganas de no creer son selectivas; se pueden transformar en ganas de creer, según el sujeto activo de la noticia. Así, el gigantesco despilfarro de la Torre de Luz, la ostentación y ofensivos lujos del Rancho San Cristobal, los millonarios fraudes de los hijos de Martita, los multimillonarios abusos del ex Gobernador de Sonora, el Lamborghini y los tenis personalizados del Pejejunior, así como otros muchos escándalos de corrupción de gente opositora al Gobierno y a su Partido, nacen, crecen, se reproducen y mueren en lapsos muy breves. La memoria es corta cuando no la mueve el odio.
De ninguna manera se pretende justificar o defender a los ladrones, simplemente se entiende que buena parte de la sociedad (creo que aún minoritaria) no mide actos similares con la misma vara.
Hay quien divide a la población en dos tipos de individuos (e individuas): los puros (as) y los impuros (as). Los primeros están en cualquier parte, menos en el PRI o en los gobiernos emanados de él. Los réprobos son todos aquéllos políticos a quienes, el Filósofo de Güémez definía como “los frijoles de olla”; porque están arriba o abajo, pero siempre dentro del poder. Según estos criterios, para ser “puro” y “decente”, se tiene que hablar mal del sistema, condenar todo lo que hace, incluso los aciertos.La aversión es tal que puede llegar a la autodestrucción: en tiempos de crisis mundial, lo que daña al Presidente, daña a México y lo que daña a México nos daña a todos.
Las criticas están a la orden del día, sin embargo el Partido en el poder sigue ganando elecciones ¿Será porque cuando y donde gobierna la oposiciónsale peor el remedio que la enfermedad? ¿O porque,finalmente, la mayoría de los mexicanos considera que más vale malo por conocido que bueno por conocer? ¿Porque lo que resiste apoya? ¿Tan difícil es para todos los mexicanos creer en México? Siempre serán más las preguntas que las respuestas.
Enero, 2016.