Los altavoces propagandísticos que Corea del Sur tiene instalados en la Zona Desmilitarizada (DMZ) que la separa de Corea del Norte fueron reactivados ayer, en la primera réplica directa de Seúl al ensayo nuclear que realizó Pyongyang el miércoles.
Esta acción se produce justo cuando Corea del Norte celebra el cumpleaños de su dirigente, Kim Jong Un, objetivo habitual de las andanadas dialécticas que se escuchan a través de la citada megafonía.
Legado de la guerra fría, Seúl mantiene 11 baterías de altoparlantes a lo largo de la DMZ, valoradas en más de 100.000 euros cada una, desde donde se emite desde música K-pop al estilo surcoreano hasta programación diseñada para socavar la lealtad de los militares norcoreanos, promover los derechos humanos y destacar las ventajas de la vida en el territorio sureño capitalista.
Según las autoridades surcoreanas, las emisiones son audibles a 20 kilómetros de la frontera y constituyen una de las pocas vías de información alternativa a la que pueden acceder los ciudadanos norcoreanos.
Pyongyang ha reaccionado siempre con furia incontenida ante estas retransmisiones y en agosto pasado declaró un singular estado de “casi guerra”, que acabó en intercambio de disparos entre los dos ejércitos.
“Kim Jong Un es el típico dictador. Es un Dios en Corea del Norte y este tipo de propaganda cuestiona ese estatus. Penetra en la mente de la población con imágenes de una nación libre y eso daña el culto opresivo a la personalidad que se observa en Corea del Norte”, opinó Park Chang Kwon, del Instituto de Defensa y Análisis de Seúl.
“Hay muchas posibilidades de que Corea del Norte reaccione de forma ultra dura al entender que la decisión surcoreana intenta boicotear las celebraciones del cumpleaños (de Kim)”, le secundó Cheong Seong-chang del Instituto Sejong.