Home Relatos Las chalupas

Las chalupas

0
Las chalupas

RELATOS DE VIDA

En ocasiones los pleitos entre niños provocan una incertidumbre entre los padres, porque actuar impulsivamente muchas de las veces resulta contraproducente, pues después de unos días los pequeños vuelven a ser amigos.

Hace algunos días mi hijo salió a jugar con sus amigos, como lo hace casi todos los días al momento de llegar a casa, pero en esta ocasión después de un rato entró llorando sin querer decir el motivo.

Al cabo de unos minutos por fin se decidió a hablar, y la razón de su llanto me hizo hervir la sangre, su amiguito le dijo ballena debido a su complexión robusta, le pregunté el por qué y si se había defendido, y sólo volteó a verme con miedo, esperando que lo regañara por no hacerlo.

Claro que estaba enojada y solo quería salir y reclamarle al escuincle mocoso, y mi hijo al ver mi furia y adivinando mis pensamientos me dijo – por favor mamá, no le vayas a decir porque tengo miedo de que me deje de hablar – y su contestación me enfureció aún más.

Le expliqué – no voy a reclamar, pero me gustaría que te defendieras en ese momento, puedes contestarle por ejemplo, a mi lo gordito se me quita, pero a ti lo pendejo jamás – y al terminar mi explicación una carcajada interna salió, sabía que no era un buen ejemplo, pero estaba muy enojada.

La furia se encendió más cuando mi hijo me dijo – mami, me siento mal, porque ya no pude ir por mis chalupas porque me van a volver a decir que soy ballena, y tengo mucha hambre – y mi reacción fue tomar mi cartera, mi chamarra y decirle que se abrigara porque íbamos a salir a comprar de comer.

No sé cuál era mi cara al llegar al puestecito, que cuando el chamaquito me vio llegar salió despavorido a su casa dejando su charola con chalupas que degustaba amenamente, pero valió totalmente la pena porque le hice saber que mi hijo me tiene confianza y que siempre lo voy a defender.

Al final de cuentas, sé que el escuincle volverá a ir a la casa a buscar a mi pequeño para salir a jugar y que mi hijo aceptará gustoso, pero al menos está por enterado que no permitiré que le vuelva a faltar al respeto, y que no tengo que reclamarle porque con mis expresiones pensará dos veces antes de ofender a mi niño.