Las castas indignadas

Conciencia Ciudadana

Hace pocos días, el vicepresidente de  Bolivia Álvaro García Linera –derrocado junto con el primer mandatario Evo Morales por un golpe de Estado- mencionó, al ser cuestionado por la conductora Sabina Berman del programa “John y Sabina” del Canal 11 sobre las causas que contribuyeron a la caída del gobierno al que perteneció señaló, entre las más importantes, la paradójica situación provocada por el desarrollo alcanzado durante el régimen derrocado por un amplio sector de campesinos, obreros y empleados pobres  que les permitió  ascender en la escala social irrumpiendo en las clases medias, hasta entonces coto exclusivo de mestizos y criollos -que en Bolivia son numéricamente inferiores a los indígenas- llevando a ellas sus costumbres y valores culturales.
Lo desconcertante del asunto es que, en una sociedad moderna y democrática donde la división de clases se da principalmente por los ingresos económicos y no por la cultura originaria o el color de la piel, el incremento numérico de la clase media habría sido recibida con  entusiasmo, toda vez que se trata de un dato que indica no sólo bonanza económica,  sino como un factor determinante para la  paz social y el equilibrio político; toda vez que, al encontrarse entre la rica y la pobre, dicha clase actúa como un colchón que atenúa los choques entre ambos extremos. 
Desde ese punto de vista, podría esperarse que el bienestar alcanzado en Bolivia se interpretara como  factor de progreso y unidad por todas las clases sociales; una garantía de un futuro que pocas naciones en el mundo actual pueden presumir, especialmente en Latinoamérica, donde las diferencias sociales y económicas son abismales. Sin embargo; no ocurrió así, porque en ese país, al igual que en los demás del subcontinente y  especialmente en el nuestro, el progreso de las mayorías sociales   no puede verse solamente desde la perspectiva occidental, debido a la mirada colonialista o colonizada que aún persiste en nuestras sociedades, donde la estructura de castas implantada desde los tiempos de la conquista española continúa ejerciendo su dominio social, cultural, religioso e ideológico.
Para la mentalidad colonizada, más que la armonía social, importa mantener las diferencias entre los diferentes grupos sociales a partir del origen étnico, la herencia cultural,  formas de expresión o el lugar social que le es asignado desde su nacimiento. En suma, más que la pertenencia a una clase determinada económicamente, el sistema colonial que aún pervive en el imaginario social de nuestros países nos divide en castas, funcionando subterráneamente como medio de control y divisionismo, impidiendo constituir auténticas sociedades modernas.
 Álvaro García Linera reconoció ante Sabina y John –excelentes entrevistadores-, que uno de los fracasos del gobierno nacionalista fue, no haber combatido culturalmente ese terrible flagelo, propiciando que los antiguos clasemedieros nacidos y formados al amparo de la sociedad de casta prevaleciente hasta antes del triunfo democrático de Morales, rechazaran la irrupción de indios y mestizos pobres en los círculos a cuya pertenencia les permitía sentirse superiores socialmente, tales como la educación superior, los cargos importantes dentro del gobierno y el ejército, mejores condiciones de vivienda, vestido y alimentación, acceso a la tecnología digital, etcétera; pues con eso   quedarían despojados del aura de grandeza y hasta de bendición divina de las que se creen investidos por derecho natural. De ahí su enojo y su irritación, en lo general, inconsciente; que les condujo a aceptar el golpe de estado al  primer gobierno que llevó los beneficios del progreso a los pueblos indígenas sin ponerse a pensar en la pérdida de las libertades individuales y el final de los gobiernos democráticos que puede sobrevenir si no se revierte el golpe de estado.
A tal grado es su odio irracional contra los pueblos originarios, que les resulta imposible comprender el tremendo error histórico que han avalado, sin percatarse que los militares no permitirán un régimen democrático para que los políticos vuelvan al poder, como ellos se imaginan ingenuamente.
La reflexión del ex vicepresidente boliviano es pertinente para el caso mexicano. La transformación de la sociedad que se plantea el nuevo gobierno, no será posible sin una transformación cultural de fondo dirigida a eliminar el injusto régimen de discriminación social y racial que, que impide aún que a amplios  sectores de la sociedad mexicana tome consciencia de la necesidad de terminar definitivamente con las rémoras de un régimen inhumano inserto hasta el tuétano en la mentalidad de un gran sector social; pues aún entre las clases bajas hay quienes aceptan pasivamente ser tratados como inferiores con tal de poder sobrevivir sin problemas con los de “la alta”. 
Quienes marcharon el primero de diciembre en la CDMX en contra del gobierno del presidente López Obrador (independientemente del derecho que les asiste para hacerlo), constituyen una expresión  que hoy por hoy se siente profundamente afectada por el miedo a perder su estatus social y económico, pero sobre todo cultural, que hasta ahora les permitió conservar sus privilegios y diferencias frente a los de abajo. Porque aunque no se diga, pertenecer a la gente decente, blanca, ultra católica, bien hablada y comida, es, para ellos (aunque no reúnan necesariamente todos estos requisitos) motivo de orgullo y distinción que temen perder con los “igualados” que hoy arriban al reparto de la riqueza y la igualdad promovida con los cambios constitucionales de la cuarta transformación.
De ahí la importancia del trabajo educativo que ha de emprenderse en toda la sociedad mexicana, pero especialmente en la educación de niños, jóvenes y maestros; especialmente hoy que se encuentra a discusión las leyes generales de educación y se amplían los alcances de la nueva reforma educativa. Ahí queda la lección de Bolivia  y la posibilidad de cambiar la vieja cultura de la discriminación que tanto daño ha hecho a nuestro país.
Y RECUERDEN QUE VIVOS SE LOS LLEVARON Y VIVOS LOS QUEREMOS YA, CON NOSOTROS.  

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