Lamentable papel de México en la XLVII Asamblea General de la OEA

vocar el rol que jugó México en el Grupo de Contadora y en el proceso de paz en Centroamérica, comparar a los Cancilleres y diplomáticos mexicanos de entonces que trabajaron para hacer posible la pacificación, con los actuales, es un error

Durante el proceso de pacificación de Centroamérica, México y su diplomacia brillaron, la política exterior del país y sus diplomáticos tenían un prestigio ganado a pulso. Hoy, lamentablemente, en un país gobernado por una clase política sin ideología sino sobre intereses, donde da lo mismo ser del PRI, del PAN o del PRD, la diplomacia mexicana parece deteriorarse y dejar de ser lo que fue durante años, la cortina de hierro que no permitió que otros gobiernos juzgaran lo que pasaba en nuestro país, gracias a sus principios de no injerencia en los asuntos internos de otros países, la autodeterminación de los pueblos y el respeto al derecho ajeno.
 
Aún cuando la reunión de Cancilleres de iniciada el 31 de mayo pasado y continuada en el marco de la XLVII Asamblea General de la Organización (OEA), efectuada del 19 al 21 de junio pasado en Cancún, Quintana Roo, no se haya clausurado en busca de alcanzar un acuerdo sobre Venezuela, ni México y, mucho menos, Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Estados Unidos, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay, Perú o Uruguay, formarán parte de comisión alguna para propiciar el diálogo en Venezuela, cuyo gobierno está en su derecho de decidir, si se llega el momento, que países pueden ser invitados a ese proceso.
 
México, durante la XLVII Asamblea General de la OEA ocupó la presidencia,  pero también asumió el liderazgo de un grupo de países conformado por Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Estados Unidos, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay, Perú y Uruguay, que alejados del tema de la Asamblea: “Fortaleciendo el diálogo y la concertación para la prosperidad”, intentaron acorralar a Venezuela, en su intento de intervenir en los asuntos interno de ese país.
 
Evocar el rol que jugó México en el Grupo de Contadora y en el proceso de paz en Centroamérica, comparar a los Cancilleres y diplomáticos mexicanos de entonces que trabajaron para hacer posible la pacificación, con los actuales, es un error. Los desaciertos de la diplomacia nacional con Cuba y Venezuela en los últimos años, no han hecho sino contribuir al deterioro de una política exterior de México desorientada, condicionada más por el deseo de agradar a los Estados Unidos que por fortalecer sus posición frente a los Estados Unidos con el respaldo de los países de América Latina y el Caribe.
 
Sin duda la OEA está dividida y el tema de Venezuela lo ha demostrado. Durante los tres días de la Asamblea de la OEA en Cancún,  la propuesta de acuerdo que perseguía la intromisión en los asuntos internos de los venezolanos recibió un rechazo por una parte de los 35 países que la conforman la OEA; la propuesta contra el gobierno de Venezuela requería el apoyo de 23 de ellos o al menos de 18 países para hacerle un llamado, algo que no lograron.
 
La reunión de consulta de cancilleres del lunes 19 de junio, convocada para revisar el caso de Venezuela, fracasó estrepitosamente por falta de consenso sobre las dos propuestas de declaración presentadas. La primera de ellas, presentada a iniciativa de los países que cuestionan al gobierno venezolano encabezada por México, la cual sólo logró 20 votos a favor, con 8 abstenciones y 5 votos en contra; la segunda, llevada a la reunión a iniciativa de San Vicente y las Granadinas, obtuvo 8 votos a favor, 11 abstenciones y 14 votos en contra.
 
Esos resultados, condujeron al grupo encabezado por México a expresar su decepción a través del siguiente comunicado:
 
“Ante la interrupción del proceso democrático en la República Bolivariana de Venezuela consideramos que debe persistirse en una salida concertada, por parte de todos los actores venezolanos, en beneficio del pueblo de ese hermano país.
 
Dicha concertación debe llevarse a cabo respetando lo siguiente:
1. La liberación de los detenidos por razones políticas y el cese de las detenciones arbitrarias, así como del juzgamiento de civiles por parte de tribunales no civiles.
2. El cese de toda violencia y el respeto irrestricto a los derechos humanos.
3. El completo restablecimiento del orden constitucional, incluyendo la restitución de sus plenos poderes a la Asamblea Nacional y el respeto a la separación de los poderes.
4. El cese de la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente, en los términos en los que ha sido concebida.
5. El establecimiento de un calendario electoral, incluyendo los regionales, los locales y el presidencial, según las normas constitucionales venezolanas, con el acompañamiento de observadores internacionales independientes.
6. La apertura de un canal humanitario para contribuir, con alimentos y medicinas, a paliar la emergencia que vive el pueblo venezolano.
7. La creación de un Grupo y/u otro mecanismo de facilitación que pueda acompañar un nuevo proceso de diálogo efectivo entre los venezolanos, así como su plena disposición a ayudar en sus objetivos y trabajos.”
 
Aunque Venezuela inició el proceso para abandonar la OEA y su Canciller, Delcy Rodríguez, había afirmado el lunes 19 pasado que su país no volverá a la OEA mientras sea un país libre y soberano; y por lo tanto, no reconocerá la reunión de cancilleres ni avalará lo que resuelva, estuvo presente durante las tres jornadas de la Asamblea.
 
La Canciller Rodríguez, acusó a los Estados Unidos de promover una intervención de Venezuela para volver a adueñarse de sus recursos naturales y al Secretario General de la OEA, Luis Almagro, de llamar abiertamente a una guerra civil en su país; señalando que los sectores de derecha, locales y externos, pretenden inocular en Venezuela un conflicto interno para detener el modelo de inclusión de la revolución bolivariana; precisando la Canciller que la OEA no ha cambiado y lo mejor que ha hecho Venezuela es salir de ella ¿Cuántos países más podrán abandonar la OEA en este o el próximo año?
 
Sin duda alguna, lo más sobresaliente de la Asamblea de la OEA, que dejó a un lado el contenido del tema que la trajo a México, sea que en 2018 participará como observadora en las elecciones presidenciales, como una forma de regresar el favor de Luis Almagro al gobierno actual del país, para avalar con sus observadores la limpieza y justeza de una elecciones, que seguramente serán tan pulcras como las recientemente efectuadas en el Estado de México.
 
La XLVII Asamblea General de la OEA podemos calificarla de lamentable, por el papel que jugó México en ella junto a Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Estados Unidos, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay, Perú y Uruguay, países obstinados en escarmentar al gobierno de Venezuela y poner fin a la cooperación de su gobierno con países de Centroamérica y el Caribe, sobre todo al suministro de petróleo a través de PETROCARIBE.
 
En el último día de sesiones, la Canciller Delcy Rodríguez propuso que se incluyeran 10 puntos para debatir en la última sesión de la Asamblea, entre ellos el caso de los 43 estudiantes normalista de Ayotzinapa, desaparecidos en 2014, la construcción del muro fronterizo y el retiro de los Estados Unidos de los Acuerdo de París sobre el cambio climático, las cuales fueron rechazadas por considerarlas “poco serias e irrelevantes”.
 
Pero si algo hay que rescatar de esa Asamblea, es la defensa de Venezuela por parte de los países del Caribe; los cuales soportaron las presiones y amenazas de los Estados Unidos y de otros países que les proporcionan ayudas, situándose junto al gobierno venezolano a pesar de las consecuencias que puedan sufrir por elegir el bando contrario al de los Estados Unidos, país que intentó hasta el último momento sacar una resolución que escarmentara a los venezolanos, dejando a un lado el debate sobre el “Fortaleciendo el diálogo y la concertación para la prosperidad”.

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