
Siempre han estado ahí, cerca de nosotros
Ahora que descubro en cada rincón del cuarto las luces del polvo que despidió el fantasma cuando desapareció, me doy cuenta que en realidad desde niño tuve la seguridad de que alguien pasaba a mi lado cuando me dejaban en una cobija para que mirara el parque, la cancha de básquet y la escuela a la entrada de la casa, desde donde apenas si podía alcanzarse a ver una parte de la iglesia. Todas las mañanas, aún antes de que aprendiera a hablar, supe reconocer el andar de la gente que pasaba apresurada rumbo a la laguna o al camino de tierra que comunicaba con la cabecera municipal.
Pero también de esos otros que se formaban a la vista de todos con el polvito que brillaba con un rayo de sol, que iluminaba el centro de un gigantesco cuarto coronado por un tapanco, al que sólo podía llegarse con una escalera de madera, de la que después se desbarrancó mi abuelo y quedó colgado con la espinilla partida en dos.
Es posible platicar con estos seres de polvo y luz, porque apena si duran un suspiro para luego desaparecer, esfumarse con la más mínima brisa de aire, y se les ve que suben muy arriba de las nubes, hasta fundirse con el firmamento.
Desde pequeños regularmente se puede entablar una plática cierta con lo que después supe llamarán fantasmas, pero no lo son, que ni espantan ni tienen ese objetivo. Simplemente gustan de la plática, hablar de sus recuerdos, decirnos que con bastante frecuencia siguen a quien los vio por vez primera.
Allá, en el pueblo, el clima es frío la mayor parte del año. La cercanía con el volcán, y el valle todo plano sin cerro alguno, forman como una gigantesca cazuela por donde baja la neblina, y la neblina regularmente es un refugio único para los que no quieren ser vistos, cuando hace mucho que abandonaron el mundo en calidad de difuntos.
Aplaude cuando entra un rayo de sol y descubrirás que un polvo que solo se ve en esos momentos, forma y forma imágenes, rostros, miradas que de alguna forma sabes que ya conocías.
La verdad es que todos hemos pasado por esta suerte de mirar otras realidades, donde justamente es igual para el que observa, si está vivo o muerto. Todo depende desde qué lugar se mira, igual que el tiempo en la teoría del físico alemán.
Así que no le platico nada sorprendente. Tal vez solo le recuerde que algún tiempo le era muy fácil, muy sencillo entablar comunicación con seres que creíamos olvidados hasta la eternidad, o hasta que lo encontráramos el día de nuestra propia partida.
Siempre han estado ahí, cerca.
Mil gracias, hasta mañana.
jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta