LAGUNA DE VOCES

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LAGUNA DE VOCES

La Tercera ola que se lleva a la Cuarta

Cada vez queda menos de los actos de contrición que buena parte de los seres humanos hicieron ante el confinamiento obligado por el Covid-19; las promesas de amar por encima de todo a sus semejantes, la disposición al cambio, a corregir el rumbo si andaba chueco en su destino. Cada vez se olvida con sobrada intención el nuevo plan de vida que nos habíamos planteado a detalle, porque además se entiende, se acepta, que todo puede cambiar en cualquier momento, que el virus un día decida de plano transfigurarse y ser capaz de hacer realidad el mundo de los zombis.

El asunto es sobrevivir, ganarle la partida a la muerte que en contubernio descarado con el virulento virus pretende deshabitar todo el planeta, para que unos extraterrestres desvergonzados quieran ocupar, y de gorra, todas las viviendas que dejarían vacantes los difuntos.

Ha sido una verdadera guerra aunque pocos lo han notado, o se han negado a ver la cruda realidad. Por doquier quedaron cadáveres, familias descompuestas, recuerdos mochos porque ni tiempo hubo para despedirnos, reconocer que en efectivo había desaparecido un ser querido. Una cosa es morirse, otra desaparecer, ser desaparecido de manera fulminante.

Por eso estamos cansados, a veces con más tristeza porque el recuerdo brinca encima, nos aporrea en la cabeza, grita que si no aceptamos lo que pasó será peor, para luego irse quitado de la pena. Y nosotros miramos las calles cuando aparece el letrero de que la nueva ola está por llegar. Y llega.

Más muertos, más hospitales que no se dan abasto, más y más miedo a pensar que la normalidad llegará algún día. 

De tal modo que las buenas intenciones se quedan en la enorme lista que se hizo cuando la pandemia empezó, cuando apenas eran unas semanas las que nos separaban del resto de mortales; cuando escuchábamos que la gente moría, pero pensábamos que se trataba de hechos sucedidos en otro planeta.

Y no fue así cuando nos rozó el cuello, los ojos y los brazos. De pronto ya no hubo espacio para soñar que aún era tiempo para quién sabe qué cosa. Nada para olvidarnos de mundos fantásticos que la realidad, la cruda y absoluta realidad.

Tercera ola.

Ya empieza a ser demasiado. Ya es demasiado. 

Y en medio de todo, una consulta para saber si quieren que se juzgue a ex presidentes. ¿A quién carajo le puede importar este nuevo tinglado absurdo cuando no podemos salir del clima de terror ante la muerte por ahogo, o la que siembran por todo el territorio grupos delincuenciales?

Cada quien su mundo.

Buena parte espantados por el virus y los asesinatos. Los otros, los que se supone guían a la nación, dispuestos a lo que sea con tal de voltear la cara a los que quieren fijarse en la temible realidad, donde todo empieza a estar peor, a no ser nada cercano a todo lo que se pensó.

Tercera ola.

Que se lleva de a poquito la cuarta que nunca cuajó, que fue una mentira como muchas otras, que fue el fin de las ilusiones de por sí perdidas.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

@JavierEPeralta