
Cuando amanezca recordemos
Cuando amanezca por fin podremos ver los rostros reales de quienes nos han acompañado en las sombras que parecían eternas. Pero tendrá que pasar mucho, muchísimo tiempo, tanto que serán otros los que finalmente logren conocerse y empezar a tratarse como compañeros de un mismo camino sin retorno que es la vida. Para algunos crece la esperanza de redescubrir el gesto de los que son alegres, y por eso ríen con despreocupación. Sin embargo saben que la historia, esa que al final de cuentas deja los testimonios que no cambian, o cambian menos, acabará por hablar de seres humanos que nunca se cansaron de pelear, de matarse, de estar siempre dispuestos a herirse, a causarse el mayor de los dolores.
Amanecerá sin duda alguna, pero no al día, a la luz que termina con la oscuridad. Será simplemente una pausa, una tregua que no acabará con la desazón que tanto daña el espíritu, la capacidad de trascender a la muerte.
Aquí mismo, donde conocimos de los hombres y mujeres que naufragaron hace cientos de años, que se salvaron del mar para morir unos a manos de los otros, se intenta por vez primera creer en la reconstrucción de esta diminuta isla donde son los nietos de los hijos quienes asuman la responsabilidad. La mayor parte ha muerto sin tener ninguna noticia que les asegurara la realidad de sus sueños.
Llegamos apenas empezados los 60’s, y todo el territorio estaba escriturado para herederos eternos de riquezas y progreso. A nosotros no nos tocó nada, y aceptamos que así estaba bien, que además eso de preocuparse por tener dinero y poder estaba reducido a unos cuantos, entre los que nunca quisimos pensar siquiera que podríamos pertenecer.
Hoy es el poder lo que se busca con ansiedad, porque de la noche a la mañana transforma a las personas, y las hace presa de sus sueños de ambición. Algunos enloquecen, otros también.
Es corta la vida, y perder el tiempo en atesorar riquezas y la posibilidad de mandar a los semejantes es algo inútil, terriblemente inútil.
En tanto será difícil reconocernos, hablarnos por nuestros nombres, aventurar la idea de que tal vez el tono de la voz nos ha puesto frente a familiares que nunca llegamos a conocer.
A mi padre le gustaba la política, pero la buena, no la que tanto abunda hoy en día. Admiraba a los personajes de izquierda.
Por lo mientras ya amanecimos al 1 de julio.
Los políticos de utilería siguen en su historia de exhibirse unos a otros, de festejar que aprobaron una ley que ayer repudiaban porque así se los ordenaban, igual que hoy les ordenaron aprobarla. Vaya pues que nada cambia. Como no sea que hoy es julio, que vamos de nuevo rumbo a otro año, y que por lo mismo es urgente repensar que teníamos ideales, sueños antes de la pandemia; que jurábamos viviríamos la vida de otro modo, más plena más cercana la posibilidad de creer en la existencia. No, la política no es la vía a ninguna parte porque enferma a todos, los embrutece, los hace locos.
Mejor caminemos juntos.
Empecemos a creer de nueva cuenta en nosotros, en las posibilidades que ofrece contar con un semejante, y por semejante hablamos del que está presente en el diminuto espacio que es la existencia humana.
Mil gracias, hasta mañana.
jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta