
Crudas cifras del 25 de mayo de 2020, al 25 de mayo de 2021
Hace justo un año, el 25 de mayo de 2020, el número de casos confirmados por Covid-19 en todo el país era de 68 mil 620 y 7 mil 394 era el número de muertos.
Pasados 12 meses y cuando se considera que la pandemia está controlada en el país, las cifras son las siguientes: 2 millones 400 mil casos confirmados y 222 mil muertos.
En solo un año las cifras se fueron al cielo y resultaría muy complicado asegurar que la pandemia fue tratada con tacto e inteligencia en nuestro país, aunque la misma situación tiende a observarse en el resto del mundo. La muerte nos sorprendió a todos y nunca hubiéramos imaginado que llegaríamos a ser testigos de que 222 mil mexicanos perdieran la vida.
Hoy estamos casi a mitad del año.
Esta vez el tiempo dejó de ser el mismo de siempre y se achicó para tener años de meses apenas, aunque de siglos en el terreno de las tristezas. Dos años con apenas la duración de uno, que nos dejó como recuerdo la certeza de que nunca podremos volver a ser los mismos de antes.
Y no porque el pasado fuera mejor y necesariamente debamos verlo con nostalgia. Sabemos que no es así, que en resumidas cuentas donde quiera que se nos ponga no podremos modificar los pasos que dimos, y que hay mucho de que arrepentirnos en la era del pre-Covid19, fundamentalmente de lo que no hicimos, porque no pudimos o no quisimos.
En este recuento de cara al arranque del segundo semestre del 2021, nos lamentamos por la desilusión y la caída de viejos ideales que simplemente fueron sueños, anhelos que se quedaron en eso ante la cruda realidad de una enfermedad que vino a cimbrarnos de pies a cabeza, que nos dejó muy en claro que ni el obrero hará realidad la dictadura del proletariado, ni los campesinos, ni nadie, como no sea una camarilla de cínicos que aprovecharon todos esos sueños de fantasía para destrozarlos, hacerlos pedazos sin el más mínimo resabio de arrepentimiento.
El Covid-19 dejó muy en claro que no podemos ni debemos volver a cometer torpezas que nos habíamos negado a ver durante casi un siglo, porque según los dogmas de la lucha revolucionaria, todo estaba justificado en la lucha combativa, incluso hacernos los ciegos ante los dramáticos resultados de movimientos armados como Nicaragua, El Salvador y Cuba.
Hicimos todo lo humanamente posible por conservar como ideal la victoria proletaria en la isla de Cuba, y por supuesto el bloque estadunidense nos ofreció la última tabla de salvación para justificar lo injustificable, es decir una familia de dictadores que a la fecha conserva el poder en medio de un pueblo que no atina a entender qué pasó con el sueño anclado en que se les pusieron a los gringos de tú a tú, aunque siempre derrotados como lo avala una mayoría.
De cara al cierre de otro año que a ciencia cierta no sabemos a dónde se fue, nos encontramos con el 6 de junio, justo cuando la risa del antes magnánimo hombre poderoso ya nos suena a burla, a carcajada descarnada y malévola. Así que por lo que aún nos reste de existencia, simplemente comprenderemos que las cifras de un año a otro son tan, pero tan terribles, que ya nada logrará convencernos de que se trata de daños colaterales, hombres y mujeres sacrificables para que sobreviva el sueño, el ideal de un hombre cada vez más desequilibrado, pero sobre todo empeñado en pisotear eso que fueron ideales de muchas generaciones.
Mil gracias, hasta mañana.
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@JavierEPeralta