Ante la cura para todo, la ayuda para el bien morir
Todos sin excepción creyeron en lo que dijo cuando anunció que había encontrado el remedio para cualquier enfermedad, fuera producto de una bacteria, virus o degeneración celular. Sin embargo murió a las pocas horas de dar a conocer su descubrimiento. No fue por ninguna de las causas que había enumerado. Simplemente cayó fulminado a las puertas de su casa donde empezaban a llegar cientos y cientos de personas que esperaban encontrar remedio a sus males. Algunos hicieron lo posible por tocar su cadáver con la esperanza que algo se transmitiera desde el cuerpo inerte, pero nada, incluso las autoridades de salud recomendaron que fuera cremado a la brevedad porque nadie podía asegurar que no fuera portador de algo contagioso.
Del anuncio de la cura para todas las enfermedades nadie se acordó y muchos aceptaron el calificativo que se propaló por las redes sociales: “era un desequilibrado mental, no tenía nada, ni siquiera apuntes de investigaciones, nada de nada”.
Así que lo olvidaron y se prepararon para esperar a un nuevo profeta de las curaciones milagrosas con toda la desconfianza que puede existir entre quienes se han desengañado tantas veces, que solo por vocación de creer seguían en esa tarea.
Pasaron años que para el caso es inútil decir cuántos, pero una tarde del 2024 alguien se topó con un blog escondido entre millones y millones de la plataforma WordPress, tocó la pantalla y se curó de un cáncer que lo llevaba directo a la tumba. La noticia corrió por todos lados, porque el difunto había tenido el cuidado de dejar muy claramente y con absoluta exactitud, los candados necesarios para que nadie tuviera la osadía de robar su descubrimiento. Sin embargo no existía una sola restricción para quien deseara curarse de sus males, de tal modo que desde ese día no solo no había enfermos en el mundo sino tampoco muertos, lo que evidentemente empezó a provocar un problema todavía peor que el originado por males incurables o virus imposibles de ser destruidos.
No pasó mucho tiempo para que los gobiernos de los países más desarrollados convencieran a los del Tercer Mundo o subdesarrollados, para que aceptaran implementar una ley que contemplara la ayuda a bien morir para aquellos que aunque sanos, simplemente tuvieran el deseo de concluir su ciclo en la Tierra.
Sobra decir que la dirección electrónica donde se localizaba el blog de ese genio que encontró la cura para todo, tuvo que ser restringida y solo por temporadas se daba acceso al ciudadano común y corriente, que después terminó por cansarse y dejar que la suerte, el azar o el destino tomara las riendas de su existencia.
Porque una cosa es implorar por la cura para alguna enfermedad o epidemia en un momento determinado, y otra es que se aparezca la solución para todo mal que cancelaba de inmediato la muerte por problemas de salud. Solo siguió su curso fallecer por accidente, incluido asalto, ejecución a manos del crimen siempre organizado, o aplicación de pena capital.
Pero las enfermedades, epidemias y pandemias tenían su propio camino a seguir, es decir que sin darnos cuenta siempre habían cumplido un objetivo singular que tenía que ver con asuntos más elevados que la simple supervivencia.
De tal modo que el genio aquel que había descubierto la cura para todo, fue olvidado sin necesidad de un plan maquiavélico o conspiración para lograr ese fin. Pasó simplemente que el ser humano siempre tiene ganas de morirse aunque nunca lo confesará. Sabía de su finitud y nunca había tenido aspiraciones de llegar a ser eterno.
Lograron incluso olvidarlo, con todo y que a veces, cuando la enfermedad era muy cruel y dolorosa, llegaba por el WhatsApp de estos tiempos la liga para tocar esa pantalla milagrosa y curarse. Solo, por supuesto, para recurrir casi de manera inmediata, a la ayuda para el bien morir.
Mil gracias, hasta mañana.
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@JavierEPeralta