LAGUNA DE VOCES

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Vengo de la Galaxia A495-E239

Cada vez los días se achican más, no de la manera natural porque es otoño y se asoma el invierno. Se achican los días en el tiempo, pero sobre todo en que sin darnos cuenta apenas abrimos los ojos en mañanas nubladas y lluviosas, para que de repente ya sea de noche sin que sepamos a ciencia cierta qué sucedió con las horas que antes podíamos dedicar a platicar sin otro ánimo más que ese: platicar.

La pandemia cambió de manera definitiva la forma como hasta hace siete meses mirábamos el mundo, y con eso quiero decir la vida. Buena parte de la gente hace esfuerzos para que no le agarre la tristeza porque extraña justamente la calle, ir de mirón al almacén aunque no se compre nada porque el dinero desde siempre ha sido escaso; ver, eso sí, una película en el cine (que es donde deben disfrutarse), entrar a pedir un café y un pastel por las tardes en que por fin se descubre el valor de mirar a la persona con la que hablamos y hablamos y hablamos. 

No pasa un día sin que alguien afirme en la tele, redes o todo eso que hoy dizque nos comunica a más no poder, que el Covid-19 llegó para quedarse y por lo tanto ya podemos olvidarnos de regresar a la antigua o nueva normalidad, porque de ahora en adelante todo va a ser anormal; y con eso quieren decir que tal vez en tres generaciones, los que para entonces vivan, podrán volver a los tiempos antiguos, pero muy antiguos, en que las butacas del cinito no estaban numeradas y por lo tanto el que ganaba, ganaba, además de las señoras que apartaban una fila completa con suéteres y chamarras.

Aunque los amontonamientos ya existen, con eso de que son muchos los que se mantienen con la idea de que todo es una conspiración interplanetaria, pero sin que eso quiera decir que de la noche a la mañana todo ya está como antes. No es así, porque hasta el más valiente que anda sin cubre bocas tiene miedo, y por esa simple y sencilla razón no estamos en ninguna nueva ni vieja normalidad.

El miedo es el que cambia de manera absoluta las cosas, porque vivir con miedo no es vida, si acaso se sobrevivencia. 

Y precisamente estamos dedicados en cuerpo y alma a esa actividad: sobrevivir.

De tal modo que por eso se va tan rápido el tiempo.

Hace apenas unos días miraba lejos, pero muy lejos la llegada de la Nochebuena y Navidad. 

Resulta que hoy empieza el mes de octubre, me lo quiera creer o no yo mismo. Que los campañeros a partir de hoy tienen 14 días para convencer al electorado de que como ellos nadie, y que como los otros mejor ni hablar. La lucha por el poder no cambia, esa sí no cambia, ni tampoco la idea de candidatos y candidatas de que con ellos empieza el universo, y que por alguna razón que no conocen, fue el mismísimo Dios el que los puso en el camino y por lo tanto van a ganar, y por lo tanto ya levitan en el aire.

Pero les platicaba asuntos menos banales y sí más de la vida, la de usted, nosotros, los que decidimos acostumbrarnos a ver desde la barrera la pelea por saber quién se queda con la silla de gobernar, así sea municipal.

Hoy empieza octubre.

Mejor empiezo a preparar la Nochebuena y Navidad más hermosa para que mis hijos y mi nieta sepan el porqué a su papá, a su abuelo, le reconforta tanto diciembre. Será así si logro que la ilusión, el amor que caminaba por la casa de mi tía Fortunata allá en el pueblo en esas fechas, de pronto regrese y puedan verlo, puedan saber que era real y no un invento mío como eso de que mi planeta está en una galaxia que lleva por nombre A495-E239. 

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

@JavierEPeralta