El hijo de un amigo, tiene Covid-19
Con afecto sincero para los dos Héctores: el papá, y el hijo
Cuando recibes el mensaje de que el hijo de un amigo querido se encuentra internado por el Covid-19 en la clínica del ISSSTE de Pachuca, te espantas, empiezas a dudar de tus dudas en torno a una enfermedad que agrede sin cesar a quien se le cruza en el camino, pero que por el miedo horroroso a la rutina la empiezas a ver como “eso que le pasa a otros”. Del espanto caminas directo a mirar a tus hijos, a tu nieta, a cada una de las personas que amas y te aman, para agradecer que estén bien, que se encuentren sanos.
Sacas conclusiones absurdas de cómo el que si no es por el dolor de tu amigo cuando te confiesa que se siente abrumado por la espera en el hospital, pero esperanzado por la juventud de Héctor, el joven, el hijo que lleva su nombre, su fortaleza. Sabes que hasta que el dolor no pega cerca, muy cerca, empiezas a entender la magnitud de la tragedia que miles de familias mexicanas viven por este endemoniado mal, por esta realidad que insistimos en colocarla en el terreno de lo irreal.
A veces, el mecanismo del universo es suave, delicado con uno mismo, para que entendamos a tiempo, y nos presenta en una tarde cualquiera de este mes de julio, el caso de un muchacho como Héctor que enferma de Covid-19, pero que sin duda habrá de recuperarse porque es fuerte, porque tiene el amor entrañable de sus padres y hermanos, porque Dios nos avisa que estemos atentos que en un adulto con diabetes o hipertensión la historia no sería la misma, que es el aviso, una oportunidad a tiempo.
Nada hay más complicado que enfrentar la enfermedad de un hijo, de un ser entrañablemente querido, porque toda la razón de vivir tiene que ver con amar sin reparos, de encontrar la razón y la magia de este camino repleto de vericuetos donde a veces nos perdemos pero somos rescatados por el amor.
Solo la enfermedad nos vuelve a unir, a veces la desgracia absoluta. Y por eso saber de un amigo porque podemos escribir palabras de aliento y consuelo es algo bueno. Siempre es mejor celebrar que mañana o pasado, Héctor, su hijo, estará sano de nueva cuenta y contará este capítulo terrible en su vida, y esa es la palabra: vida.
Los amigos son tan pocos en nuestra historia particular, que resulta vital, necesario, hacerles saber que estamos al pendiente de ellos, de su familia, del destino que cada uno lleva pero sin olvidar, sin hacernos extraños como casi siempre ocurre.
Nunca como hoy entiendo que el amor, su expresión mayúscula que es la solidaridad, la empatía con nuestros semejantes es lo que nos salvará, nos hará eternos acompañantes de cada una de las personas que amamos entrañablemente, sinceramente.
Mil gracias, hasta mañana.
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@JavierEPeralta