LAGUNA DE VOCES

  • Volver a la realidad, dejar el mundo imaginario de las redes

Cuando Sócrates dejaba la sesión en que los tribunales del gobierno de Atenas lo habían condenado a morir, bajo el cargo de corromper a los jóvenes y su falta de creencia en los dioses, pronunció una frase fundamental para entenderlo: “yo me voy a morir, ustedes a vivir, ¿quién llevará la mejor parte? Sólo Dios lo sabe”.

En muchos sentidos la juventud de nuestros días está ligada a la soledad, bajo la creencia de que estar conectados por las nuevas tecnologías es lo contrario. No digo nada novedoso, pero estoy cierto que difícilmente podemos emitir un juicio sobre quién tiene o no la razón en el asunto de vivir para los aparatos electrónicos, y la necesidad vital de retornar a lo de antes.

Lo de antes son los libros, no de pantalla, sino de hojas que muchos insisten que caminan sus últimos pasos en la vertiente de la vida.

Es fácil dejar de leer, libros por supuesto, y cambiar esa afición por las etiquetas diminutas del twitter, o por los faces. Descubrimos, primero con enorme gusto, que el tiempo pasa de una manera vertiginosa, en una tarea que tarde o temprano desemboca en lo enfermizo, porque resulta imposible dar un paso sin saber lo que el grupo de personas a las que seguimos, y nos siguen por supuesto, ha hecho en los más recientes minutos.

No importa si lo único que alcanzan a manifestar es que están aburridos, tristes, dichosos, desanimados. No importa, en ese mundo virtual que nos hemos acostumbrado a vivir, la tarea vital y único es no desconectarse, que conste, anoté des-co-nec-tar-se.

Sin darnos cuenta somos un aparato más en la inmensa lista que hemos inventado para solaz del género humano. Una licuadora por ejemplo, pierde todo su sentido de ser cuando es desconectada, y lo mismo le pasa a la plancha, la lavadora, la televisión, la computadora.

Nosotros también, perdemos toda razón de ser cuando decidimos desconectarnos, y con esto quiero decir, el momento que apagamos celular, computadora, tableta, lo que sea que nos lleve de nueva cuenta al mundo imaginario de las redes sociales.

Sin embargo está ahí, y no sé en definitiva quién pueda llevar la mejor suerte, si el que se queda eternamente en una pantalla, grande o minúscula, o el que un día cualquiera decide que ya es suficiente, que la realidad, su realidad, le espera de nueva cuenta, aunque esto implique los sueños de los libros.

Lo confieso. He perdido mucho, muchísimo tiempo en el twitter, el face. Eso lo digo yo sin ánimo de asegurar que la razón me asiste. Otros no lo pierden y ganan en afecto de amigos o desconocidos. Yo no.

Por eso, en ese afán de recuperar el tiempo perdido como lo hizo Proust, creo es el momento indicado para reencontrar esa rara afición que era la lectura, simple, letra a letra, sin imágenes de apoyo, ni sonido, ni videos. Solo, uno con el libro, en el mejor lugar de la oficina cuando termina la jornada laboral, en la casa, en el parque, donde sea, sin la preocupación de si hay o no conexión al wi fi. 

Que quién llevará la mejor parte, ¿los que se quedan en las redes o el que se va a la oscuridad del mundo sin luces centelleantes de pantallas multicolores? No lo sé, porque eso sólo Dios lo sabe.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

twitter: @JavierEPeralta

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