LAGUNA DE VOCES

Luego del encierro, seremos lo que debamos ser

De todos modos siempre gana el tiempo que vence el recuerdo y lo hace opaco

El encierro hace pensar que una vez concluido se harán todas las cosas que tampoco se realizaron cuando nadie nos obligaba a quedarnos guardados en la casa, el departamento, o donde quiera que uno viva. Surgen grandes propósitos igual que a principios de año, pero sabemos de manera irremediable que con toda seguridad la mayor parte serán olvido apenas regresemos, por indolencia y apatía, al enclaustramiento no obligado pero sí necesario para ocultar la serena y triste resignación.

De todos modos siempre gana el tiempo que vence el recuerdo y lo hace opaco, apenas distinguible entre la niebla del desgano y la desmemoria que acaba por impedirnos recordar quiénes fuimos, pero fundamentalmente quiénes aspiramos a ser en esos tiempos que todo era prisa por vivir y agarrar lo que se dejara cada día de vida.

Difícilmente seremos mejores que antes cuando se abran los portones de la colonia, la casa y la calle, porque no se aprende nada cuando es a fuerza tapar ventanas, oscurecer cualquier sueño y simplemente aceptar que de nada servimos en la calle como no sea para complicarle la salud al pobre semejante que se queda esperando nuestro regreso, o el que se cruza con nosotros en la calle.

Así que la cuarta fase de la pandemia será adelantar propósitos de año, es decir los del 2021, porque como nunca una enfermedad del tipo de la que nos persigue día y noche, puede justificar la frase de que el año ya se perdió y no fue por nuestra culpa el que las intenciones, malas o buenas, se haya quedado arrumbadas en un cuaderno lleno de polvo debajo de la escalera junto con una caja de archivo muerto.

Igual que los alcohólicos en rehabilitación que andan al acecho de tener ocasión para pedir sin supuesta intención de embriagare una copa, una cerveza, pero que apuran la segunda, la tercera, y declaran que si ya cayeron en la tentación, luego entonces todo está perdido y que siga la fiesta rumbo al Valle de las Calacas. Pero no asumen la culpa ni la responsabilidad, porque es cosa del destino y la vida, como si fueran ajenas a él mismo.

Lo mismo en estos días que esconderán casi a mitad del año el fracaso absoluto del 2020, porque con todo y lo cabalístico que es cambiar de década, fue la de malas la que vino a echar por la borda el cúmulo de objetivos, proyectos, intenciones, promesas, y si como dicen ya perdimos el paso, pues que se vaya todo a la porra, que lo mejor es empezar la nueva lista de propósitos pero del 2021.

Muchos insisten en si la cuarentena, el encierro de pronto convertirá a todos en mejores personas, respetuosos del medio ambiente, de sus semejantes porque como quiera que sea los que se salven ya tendrán en la cabeza que vieron de cerca y de frente a la muerte. Pero no, además que ni vieron a la calaca flaca y una buena parte simplemente se sumó a la bola sin creer en términos reales sobre el riesgo que todos habrían de padecer.

La mayor parte de estadísticas que hablan de la readaptación de quienes purgaron condenas en la cárcel no hablan de que salieron prospectos de beatos, casi cercanos a la santidad. Al contrario, precisan más y mejores mañas para joder a sus prójimos.

Sin embargo deseamos que uno que otro le caiga el veinte y por lo menos intente mirar con buenos ojos lo que le resta de existencia, sin exigirle actitudes de mártir o algo por el estilo. Simplemente que viva y deje vivir.

También se aprende en el encierro que cualquier lista de propósitos debe reducirse a uno solo, el que usted quera, pero abandone la idea de que en un tramo tan corto de tiempo se puede cumplir de a uno por mes. Redúzcalo a uno, uno solo, y puede que al terminar el 2021, porque los de este 2020 están cancelados,  pueda darse una gran sorpresa, que además los propósitos son para uno, uno, es decir del que los escribe y los sueña.

Además que como dijo Sabina: perdón por la tristeza.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

@JavierEPeralta

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