LAGUNA DE VOCES

    •    Fátima, la niña de 7 años


Sucede algo muy grave en la sociedad mexicana que solo se vuelve solidaria con la creación de “hashtags”, protestas en que exigen justicia para la víctima en turno, pero que han decidido cerrar los ojos ante un proceso de putrefacción en que todos, de alguna manera, estamos inmersos por el uso de remedios fáciles para apacentar la conciencia. El deleznable crimen de la pequeña Fátima en la Ciudad de México, que nos apuramos a explicar como fruto solo de una mente enferma, es sin embargo una realidad que partió de los cuerpos mutilados por el crimen organizado con mensajes siempre con el “p´a que aprenda” (¿qué puede aprender un difunto?); empezó a crecer en un escenario donde la mitad son enemigos de la otra mitad, porque así fue dictado desde las esferas más altas del poder, poder que se remite a coincidir con que todo es producto de una sociedad en descomposición. Parece sin embargo que la descomposición ya no tendría remedio porque fueron otros, canallas, malditos, conservadores y para acabarla de amolar fifís, los que generaron el caldo de cultivo para que esa bacteria de la miseria espiritual se esparciera por todo el territorio de México.
    Más allá de una descomposición social, estamos ante una descomposición del corazón, del alma, del espíritu, que eligió lucrar con las imágenes de una Ingrid convertida en un despojo de carne hace apenas unos días; una cada vez más lamentable actitud de habitante de un país en guerra donde lo importante es que a uno no le toque, ni a la familia, ni a los hijos, ni a quienes amamos. Los demás necesariamente tendrá que ser su problema, que además “seguro se la buscaron”.
    Pero sabemos, bien que sabemos, que en últimas fechas esa brutalidad para pulverizar esperanzas se ha hecho democrática, y lo mismo barre con la competencia en el asunto del crimen, con otros que simplemente tuvieron la mala ventura de cruzarse en su camino, el de los criminales.
    Fátima de la mano de una mujer que la sacó de su escuela para entregarla a la muerte temible, dolorosa, nunca merecida para una pequeña, confiada en que seguramente le dijeron que iban por ella ante la imposibilidad de que su madre lo hiciera. Fátima y la confianza en la gente, en que tal vez consecuencia de algo mágico todo marchará bien en una sociedad como la mexicana, cada vez más escondida en sí misma, en su absoluta soledad, en su miedo, en su terror.
    Fátima y los habitantes de un país que arreglan todo con base a crear “hashtags”, a sacar el celular y grabar el asalto a otro cristiano, luego subirlo a las dichosas redes sociales, y finalmente sentirse satisfecho por no haber hecho absolutamente nada, como no sea jugar a que propalar el hecho es la solución a todo.
    Algo grave, muy grave pasa en una sociedad como la nuestra, porque la solidaridad solo es ejercida en “la nube” donde van a parar comentarios, videos, twitters, es decir a ninguna parte, porque la dichosa nube ni está en los cielos, ni en el espacio, ni en otra parte que no sean grandes servidores enfriados con mucho aire acondicionado en lugares misteriosos por todo el mundo.
    Algo grave, terriblemente grave pasa, que de antemano hemos aceptado que algún ser diabólico seguramente es el culpable de esta ola de asesinatos de mujeres, y a ciencia cierta no sabemos, no vemos por ningún lado una solución.
    La captura del ser miserable que lastimó primero y luego mató a la niña Fátima, tampoco arreglará nada, porque no es una persona la que ha dañado tanto la confianza y tranquilidad de las mujeres en nuestro país, sino la cada vez más ligera y simple solidaridad que no es otra cosa, lo repito, más que la forma fácil de calmar la conciencia, la necia conciencia que nos dice que nada hemos hecho, cuando mucho se podría hacer.
    Algo pasa cuando sabemos que el miedo nos ha convertido en seres incapaces de amar, de reconocernos en los semejantes, ser uno con los otros que de este modo dejarían de serlo, y buscar la ansiada vida a partir de no ser nunca más ajenos.
Mil gracias, hasta mañana.
jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta
    

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