LAGUNA DE VOCES

* El amor siempre será la clave

-Somos fruto de un milagro constante, coincidencia tan delicadamente lograda, que por eso solo es posible mediante la intervención de algo ajeno al vivir cotidiano. A veces es simplemente el nacimiento, pero se dan los casos en que otra acción de ese tipo nos mantiene con vida, prende la luz del alma cuando estaba totalmente a oscuras sin posibilidad de que se pudiera salir de ese largo y angustioso túnel de la nada. En pocos, muy pocos, el amor logra iluminar por un tiempo nunca definido la existencia, pero puede ser un día, unos meses, algunos años y será suficiente. El amor tiene la cualidad de hacer eternos incluso los segundos.
Quien así se expresa es una mujer de pelo negro y chino, ojos grandes, muy grandes y la voz más hermosa que hubiera escuchado, o que recordara salvo recuerdos tan vagos que empezaron a esfumarse igual que el vapor del agua que hierve. Pero estaba ahí hace justo 12 meses, y trajo no solo el consuelo, sino la certeza de que la muerte no es lo que siempre había creído, sino un tránsito a un espacio diferente peor muy similar al que conocemos.
Pero eso es asunto para la física cuántica. Lo que es importante, fundamental al menos para el que cuenta lo que vio y sintió, es la facultad que tiene el amor para nutrir las esperanzas, y sobre todo lograr que el camino que recorremos empiece a tener un sentido claro, o cuando menos un sentido.
Cuando ella se fue, hace ya 51 años, pocos comprendimos con el dolor a cuestas, que empezaba una historia única que habría de nutrir el amor de ella, mamá, hasta el final de nuestros propios días. Sin amor solo hay tiempo para esperar a que llegue el final para supuestamente descansar, pero la verdad es que resulta un escape necesario para el terror de no encontrarle sentido a nada.
-El milagro de la existencia debiera darnos la certeza de que algo mágico esconde en el pecho cada persona. Con bastante regularidad lo olvida y por eso la tos hueca que algunos tienen, pero sigue ahí, a la espera que de alguna forma sea despertado para inundar la vida de una profunda sensación de que vale la pena vivirse, sufrirse cuando sea necesario, disfrutarse con mucha más frecuencia. Y no, no hay nada que alguien se atreviera a prohibir, imponer, vaya que nisiquiera sugerir. El milagro es el amor, no un amor que se confunda con la lisonjearía hacia el prójimo sin ton ni son, porque el amor no es mentiroso, mucho menos hipócrita. El amor es ante todo una profunda inclinación a decir la verdad, y la verdad sin amor no existe.
Producto de esos milagros es que celebro cruzar el umbral de los 58 años, recibir mensaje de amigos y amigas que hace mucho no veo, y probablemente nunca hubiera tenido esperanza de volver a ver de no ser por esa repentina sensación de que algo mágico cargamos desde que estamos en el vientre de nuestra madre, y que se guarda en el pecho, se acurruca en momento difíciles y se queda ahí, siempre a la espera de salir en caso de que sea necesario.
Llegar ya es ganancia. Llegar bien después de toda las tormentas que algunos tenemos en suerte o mala suerte cruzar, es aún más ganancia. Decidir quedarse hasta que ese otro milagro nos lleve a esos espacios donde todos nos aguardan es una maravilla.
    Pero es el amor, solo el amor, la única posibilidad de que se pueda seguir en la vida con un sentido claro, profundo y gozoso de esta diminuta estancia en el espacio que se llama vida finita, para luego ir a la que algunos llaman infinita.
    -El amor siempre será la clave, me dijo.

Mil gracias, hasta mañana.

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