LAGUNA DE VOCES

 Algo no cuadra cuando los sueños terminan

Ser revolucionario, hacer la revolución, era destino y responsabilidad fundamental de la juventud en los 70s, porque los que en esos tiempos tenían 18, 19 y 20 años odiaban con absoluta honestidad las consecuencias de un capitalismo que desde entonces tenía como fieles representantes a un grupo reducido de familias que acumulaban fortunas inimaginables. Eso no ha cambiado, pero sí los que ahora se acercan a la tercera edad para no saber a ciencia cierta qué pasó con los sueños, los ideales, la certeza de que heredarían un país justo y exitoso.
    Algunos incluso se fueron a la guerrilla de otros países como Nicaragua, para ver y confirmar lo que parecía imposible, absurdo: la transformación del comandante Daniel Ortega en una copia miserable de Anastasio Somoza, incluso peor porque sacrificó cientos de vidas para trepar al poder y sumar a la fecha 15 años de no querer dejarlo, al tiempo que su fortuna personal y familiar crece como la espuma.
    Algo no cuadra en los sueños de quienes soñaban participar en un movimiento guerrillero en México, subir a la montaña y un día cualquiera bajar para echar al partido que identificaban con todos los males habidos y por haber. Algo no cuadra porque Cuba, el sueño de todos por patearle el trasero al imperialismo yanqui, todavía es gobernada por los Castro y ese cacicazgo ya no lo puede justificar el eterno bloqueo de los gringos a la isla. Con todo y el cariño por ser el ideal de todo sexagenario de estos tiempos, lo cierto es que no hay argumento que puedan salvar de la condena de la historia a los que tomaron por asalto el poder y se eternizaron en él con mismas o peores consecuencia que las dejadas por Fulgencio Batista.
    Algo no cuadra en estos tiempos porque México llegó a una etapa ansiada en que el tricolor se fue y llegó el Caudillo del Cambio pero en un mundo que es otro, que se mueve a ritmos nunca conocidos; que provoca cambios vertiginosos de opinión en una ciudadanía que juega a informarse en nuevos sistemas de comunicación, donde todo es tan desechable que acaba por hacer de todo una broma, una bruma sin rostro.
    Sin balazos de por medio, sin guerrilla que desfilara triunfante por el Paseo de la Reforma, los que se fueron empiezan a ser vistos con nuevo optimismo, con el “después de todo no eran tan malos”, y lo más grave es que el Caudillo, el Salvador ha caído en cuanta trampa le han colocado. Porque nadie puede desconocer que los que en apariencia habían entregado no lo iban a hacer así de simple, así de inocentemente.
    Algo no cuadra cuando los soñadores de los años 70s dudan honestamente si el camino por la izquierda de verdad era el bueno, la salvación, la gloria largamente esperada, y más de uno de plano reconoce que no, que por este rumbo solo se va a l despeñadero.
    Algo no cuadra porque la disposición eterna al sacrificio, a ofrendar la vida por el movimiento de los nuevos tiempos se terminó, quedó cerrada un día cualquiera, cuando se tienen hijos y lo más importante son los sueños de ellos, no los nuestros, los que finalmente son irrealizables, porque nadie pudo, porque una cosa es encabezar los asaltos a cuarteles y otra gobernar. Peor todavía en tiempos del crimen organizado.
    Algo no cuadra cuando se mira con tristeza que somos simples seres humanos que nos enamoramos de la imagen del guerrillero sacrificado, pero a estas alturas y luego de que muchos como ellos murieron para llevar a pillos al poder como Daniel Ortega en Nicaragua, de plano entendemos que solo fue un sueño.
    Algo no cuadra cuando cercanos a los 60 años, muchos compañeros honestos y sinceros insisten en cerrar los ojos ante una realidad patética, sin sentido, donde con su crudeza nos dice que el sueño fue bello pero ya es tiempo de despertar.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta
    
    

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