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LAGUNA DE VOCES

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* Labios para el mundo

“Y quitarás piadoso tus sandalias, para no herir las piedras del camino”, decía el poema de Enrique González Martínez.

No hay imagen más exacta para describir el ansioso deseo de todo ser humano, porque el mundo que le ha tocado vivir todavía tenga remedio a partir de ese gesto tan fundamental que siempre queda en el olvido, y por supuesto me refiero al amor.

Silvio Rodríguez coincide con nuestro poeta en la canción el Hombre Extraño:

Era extraño aquel hombre, 
o por tal lo tomaron, 
porque besaba todo 
lo que hallaba a su paso. 
Besaba a las personas, 
al perro, al mobiliario 
y mordía dulcemente 
la ventana de un cuarto. 

Cuando salía a la calle 
le iba besando al barrio 
las esquinas, aceras, 
portales y mercados, 
y en las noches de cine 
(también las de teatro) 
besaba su butaca 
y las de sus costados. 

Por estas y otras muchas 
los cuerdos lo llevaron 
donde nadie lo viera, 
donde no recordarlo, 
y cuentan que en su celda 
besaba sus zapatos, 
su catre, sus barrotes, 
sus paredes de barro. 

Un día sin aviso, 
murió aquel hombre extraño 
y muy naturalmente 
en tierra lo sembraron. 
En ese mismo instante, 
desde el cielo, los pájaros 
descubrieron que al mundo 
le habían nacido labios.

Hay una solución que siempre ha estado a la mano. Que ha sido tema de innumerable cantidad de canciones, poemas, narraciones. Hay una posibilidad y tal vez sería importante asumir que las piedras del camino merecen compasión, ternura, besos como los del hombre extraño.

Debiéramos ser más como el hombre extraño de Silvio, para que de tantos besos, en efecto la tierra viera nacer en su campos, los labios que saben construir las ilusiones que tanta falta nos hacen.

 

Mil gracias, hasta mañana.

 

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

twitter: @JavierEPeralta