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LAGUNA DE VOCES

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 •    Tomar la revancha en tus manos


Un hombre disfruta con el poder que le otorga la multitud anónima, y un presunto ladrón de bicicletas al que amenaza con un machete, para luego ordenar que lo amarren al poste arriba de la banqueta. Es Ixmiquilpan, con toda seguridad el municipio que más linchamientos registra en la entidad, porque ahí solo funcionan los “usos y costumbres”, que les permite manejarse bajo sus propias leyes que nunca coinciden con las que rigen el resto del territorio hidalguense.
    Ayer asesinaron de nueva cuenta a un delincuente de poca monta, al que pasearon semidesnudo por las calles en tanto al que se le antojaba le propinaba patadas salvajes en los riñones, testículos y donde le doliera más, el mismo dolor que una vida de frustraciones convierte a una persona aparentemente “normal” en un criminal.
    El hombre regordete murió antes de llegar al hospital, porque seguramente le reventaron lo que su voluminoso vientre guardaba adentro. Si la acusación era que se robaba bicicletas, la pena fue potencializada hasta el infinito por jueces y verdugos que primero le pegaron en la cara hasta medio desfigurarla, y finalmente lo reventaron a patadas.
    Hoy como siempre no hay indicios de los responsables, aunque es posible observarlos en los videos que circulan y que los propios habitantes de Ixmiquilpan hicieron circular en las redes, para presumir que en sus tierras ellos son “la ley”.
    Esta constante en el actuar de los ejecutores, habla de una sociedad que ya no puede justificar la barbarie en que han caído, por las fallas en la impartición de la justicia, o por la “desconfianza” que tienen en las autoridades. Nada puede justificar a un asesino, mucho menos cuando el crimen cometido por el victimado fue intentar robar una bicicleta.
    Es cierto, diferente sería si se tratara de un asesino, un violador, un secuestrador o un abusador de niños, que por cierto siempre son los delitos invocados por la masa que presurosa corre a cobrarse las afrentas que la vida les ha hecho contra quien se les ponga enfrente, y que finalmente nunca son confirmados. Pero ni en estos casos puede elogiarse el linchamiento que en sí jamás será justicia, sino venganza.
    Un día antes otras tres personas estuvieron a punto de correr igual suerte en la comunidad de El Deca, aunque en este caso el delito cometido por los sujetos era el secuestro de un empresario queretano. Uno de los presuntos delincuentes se debatía entre la vida y la muerte al presentar fractura de cráneo.
    Está claro que el hombre privado de su libertad por los secuestradores, gustoso hubiera apoyado que los tres que sujetos, fueran ejecutados por la multitud.
    Sin embargo es un caso entre muchos otros en que no hay siquiera presunción de responsabilidad de los detenidos y linchados. Y ese, por supuesto, es uno de los riesgos de tomar la ley en mano propia.
    Seguir esta tendencia solo acaba por echar a espaldas de toda la población de Ixmiquilpan, la fama de ser un municipio de asesinos, cuando la realidad es que casi siempre se trata de un grupo de personas que han encontrado en el linchamiento de presuntos delincuentes, la forma más fácil para saciar sus ansias de venganza en contra de la vida misma que les ha tocado en mala suerte padecer.
    Y no, no es fácil el control de una multitud a la que se ha enardecido hasta la locura. Con frecuencia es algo imposible de lograr, que puede desembocar en una tragedia aún mayor si los elementos policiacos deciden hacer uso de la fuerza para rescatar a los que están por ser victimados.
    La situación es dramáticamente complicada, pero hasta por sentido común el grueso de la ciudadanía sabe que las ejecuciones sumarias con aparentes tintes de justicia, solo pueden generar más violencia.
    Porque es necesario aclarar que los grupos de “justicieros” siempre anónimos, no toman “la justicia en sus manos”. Si acaso coman la venganza, la revancha en sus manos.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta