LAGUNA DE VOCES

    •    Me celebro y me canto a mí mismo


Con toda seguridad el que se mira al espejo no es el mismo que hace algunos años pensó que la vida era una broma pesada del destino, y que por lo tanto tarde o temprano se despertaría a la realidad que siempre negaba que era ésta, la que tiene a la mano, que cala como nunca por el frío del mes de noviembre. Sin embargo así es, y quedarse largo rato en la manía de escuchar el borboteo de la fuente que hay en la fuente del jardín es un asunto que ya no puede explicar, porque al rato tendrá que apagarla, rezar porque cada uno de los seres queridos que ama estén sanos, o que les vaya bien en los tratamientos que tienen, para finalmente cerrar los ojos y esperanzado esperar poder abrirlos al otro día.
    Eso es la vida, una continua esperanza de seguir en ella, porque la suerte, el azar o solo Dios sabe qué cosa, es lo que nos mantiene llegados los 57 años en este mundo tan imposible de entender, como no sea aceptarlo, bendecir las madrugadas congelantes, brincar de la cama para saber que todo continuará se haga uno presente o no.
    Aunque claro, lo mejor es hacerse presente, ir de un lado a otro, escuchar la voz de quienes amamos con todo el corazón, saber que en cada esquina donde se esconde el desconsuelo, también aparece la razón exacta de continuar, mirar la neblina, los cerros pelones de la ciudad, el saludo amable de los que conocemos y por lo tanto nos conocen, la simple y sencilla vocación de vivir porque hacerlo nos da la certeza de que hay sorpresas a la vuelta de la esquina.
    El arte de vivir es simplemente vivir, sin más búsqueda de retorcidos caminos, sin más apuesta que poder continuar la lectura de una historia que es la nuestra, la que nos consuela porque de alguna forma decidimos ser buenas personas (por supuesto con sus asegunes), pero la creencia del alma que se afana por querer dejar más consuelos que desconsuelos.
    Así que puede ser cualquier día, pero al despertarse el día de hoy, el hombre que se mira al espejo se desconoce del que hace 40, 30 o 20 años, apostaba a que no llegaría a semejante edad en que las noticias de los diarios hablan de quincuagenarios muertos por esta u otra razón. De ninguna manera se dice, todavía me esperan muchos lustros más, y hasta se apuesta que en una de esas serán décadas, aunque claro está eso es un simple deseo.
    Todos deseamos vivir, mal o bien, derechos o chuecos al caminar, pero todos tenemos ganas inmensas de vivir, porque no conocemos otro lugar donde hacerlo sin necesidad de respirar o amar. Eso somos, sencillos organismos plenos de maravilla, pero que al final del día no son sino la suma de intenciones y búsquedas de la alegría.
    Así que aquí estamos, a veces desbarrancados en la manía de la tristeza, pero eternamente dispuestos a sobrevivirnos a nosotros mismos. Algo hay de divino en la vida por todas esas razones, algo que nos ancla a la rutina de dormir, despertarnos, y siempre dispuestos a renacer cuando de pronto nos morimos de tristeza o aburrición.
    Hay que celebrarse, porque no es asunto fácil rebasar los 50 y casi llegar a los 60. Es todo un arte de lucha constante contra un destino que fabricamos en la adolescencia, cuando jurábamos que el mundo entero era pequeño para lo que pretendíamos, y que si eso no resultaba, luego entonces mejor marcharse antes.
    No es cierto.
    Hay una y mil razones para celebrar la vida, para abrazarla, declararle nuestro amor eterno, aunque sepamos con toda razón que es algo falso, porque un día dejaremos de vernos al espejo.
    Como nunca Withman tiene razón, porque no celebrarse y cantarse a uno mismo es quedarse a la espera de que otra gente lo haga, y no hay por qué esa espera. Al final de cuenta los que vivimos somos nosotros y no otros.
Mil gracias, hasta mañana.
jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta

CITA:
Así que puede ser cualquier día, pero al despertarse el día de hoy, el hombre que se mira al espejo se desconoce del que hace 40, 30 o 20 años, apostaba a que no llegaría a semejante edad en que las noticias de los diarios hablan de quincuagenarios muertos por esta u otra razón. De ninguna manera se dice, todavía me esperan muchos lustros más, y hasta se apuesta que en una de esas serán décadas, aunque claro está eso es un simple deseo.

Related posts