Home Nuestra Palabra LAGUNA DE VOCES

LAGUNA DE VOCES

0

* “Mi family”

El hombre de 1.70 metros de altura, 28 años, bien peinado, con los ojos cerrados en apariencia de dormir, se ve tranquilo. La muerte lo sorprendió, y de alguna manera no lo espantó, no le provocó el gesto de terror que acostumbra sembrar a su paso. Por el contrario, y salvo laceraciones en la mejilla derecha y la nariz, se le puede adivinar que salió bien bañado de su casa o donde estuviera hospedado, con el tiempo para ponerse gel en el cabello y peinarse hasta lograr apaciguar el pelo rebelde. Sí, murió más tarde y su cuerpo fue localizado por la Procuraduría General de Justicia de Hidalgo, el SEMEFO para ser más exactos, y llevado en calidad de desconocido a sus instalaciones, a alguna de las planchas de acero inoxidable donde se guardan a los difuntos luego de que se les practica la necropsia de ley.

    Desde los últimos días de enero, hasta el 24 de febrero que se emitió un boletín para dar con alguno de sus parientes, el cuerpo se conservó de manera sorprendente, algunos lo achacan a uno de los tres tatuajes que llevaba en el estómago con la leyenda: “Mi family”, una palabra en español y una en inglés con el significado idéntico.
    Todavía llena de pasto la cabeza en la fotografía que se distribuyó, el hombre habría perdido la vida en un lugar diferente a donde fue encontrado, pero a ciencia cierta nadie pudo dar con indicio alguno de huellas de violencia. Simplemente se murió y se quedó dormido, aquí sí para siempre, en un camino de terracería.
    A cuatro días de que fuera difundida su fotografía, luego de casi un mes de difunto, muchos esperaban que de manera casi inmediata alguno de los integrantes de la familia que llevaba tatuada en la barriga, se comunicara, diera noticias importantes de su nombre, procedencia; su vida pues para no dejarlo para siempre como pertenencia de la muerte, porque solo el tiempo en que vivir fue la sentencia es lo que espanta la sensación terrible de nunca haber abierto los ojos, haber vegetado en un espacio intermedio, el limbo, la nada.
    Quienes se van a la fosa común, es decir al lugar sin nombres, sin llantos, sin recuerdos por adelantado y por lo tanto olvido absoluto, saben que perdieron de una manera terrible, vergonzosa, la lucha fundamental contra la nada, eso que se apodera en ocasiones del destino sin rumbo de mortales engañados con sueños, y los esfuma.
    Sin embargo, y seguramente para guarecerse del nombre que nunca se pronuncia y se evapora; de una tumba sin nombres, sin nostalgias, el hombre de 1.70 metros estatura, 28 años aproximadamente, un día se hizo tatuar en el abdomen la leyenda, “Mi family”, para que alguien supiera que no estaba solo, que le acompañaban en ese camino a la nada, y por lo tanto era capaz de conjurarla.
    Pero terminó enero, llegó febrero, ahora marzo, y nada se sabe de si alguien reclamó su cuerpo, su historia por grande o mínima que sea. Cuando alguien se muere, el reclamo es justamente por parte de quienes exigen que esa parte de historia compartida no se pierda para siempre, no se haga nada, porque en cierto sentido también los reclamantes tienden a desaparecer.
    Esa la certeza que tienen los que ponen anuncios: nadie, por muy solitario que haya caminado por la existencia, puede haber sido fantasma eterno en las vidas que tocó, que cambió, porque no hay relación que pueda ser tan en vano como para perderse en segundos, olvidarse hasta la eternidad.
    Su nombre, el del hombre que las autoridades pedían se llamara a un teléfono para conocerlo, saber quién fue, era y es “MI FAMILY”. Y en ese sentido todos, infinitamente todos, seremos identificados al final de nuestros días, porque la familia no solo son los hijos, los hermanos. La familia son las personas que amamos y nos amaron, que juraron y les juramos mantener en el recuerdo, porque sin recuerdo vana es la fe de pensar que algún día podamos regresar.
    Por eso, si sabe de alguien que tuviera un hermano, un novio, amante, esposo, lo que sea, que tenga por nombre MI FAMILY, dígale que por alguna razón vino a parar al Estado de Hidalgo, donde lo levantó una camioneta del SEMEFO, lo puso en una plancha de acero inoxidable, y luego mandó su foto para que fuera reconocido, recordado, revivido por esa simple acción.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta

CITA:
    Su nombre, el del hombre que las autoridades pedían se llamara a un teléfono para conocerlo, saber quién fue, era y es “MI FAMILY”. Y en ese sentido todos, infinitamente todos, seremos identificados al final de nuestros días, porque la familia no solo son los hijos, los hermanos. La familia son las personas que amamos y nos amaron, que juraron y les juramos mantener en el recuerdo, porque sin recuerdo vana es la fe de pensar que algún día podamos regresar.