LAGUNA DE VOCES

    •    Mar de rutinas


Resulta un mar de letras el que todos los días es arrojado a la playa de los lectores en prácticamente cualquier parte del país. Es una inundación cotidiana sin remedio condenada a ser borrada igual que las señales que extraños paseantes dejan en la arena. En últimas fechas el mar está infestado de más y más palabras escritas, la mayor parte de las cuales tienen una vida efímera porque son efímeras de naturaleza.

    Los periódicos impresos y electrónicos, escritos y vestidos con una prisa arrebatadora, saben que la condena que traen encima es la que han construido desde su invención: una agonía mínima, y una muerte de la que pocos se enteran, porque apenas enterrados ya está listo el próximo cadáver.
    Parte de esta desdicha es que el asunto político es la trama diaria, casi sin variaciones, porque al final de cuentas los asuntos del poder han sido los mismos desde tiempos inmemoriales con sus trampas, traiciones, ambiciones desmedidas y damnificados al por mayor. No cambia porque así ha funcionado y la cualidad de que siempre atraen el interés, por supuesto momentáneo, del lector.
    Es similar a las telenovelas de rancia tradición: todos saben cómo terminarán, pero siempre ganan audiencias que están a la espera de que tal vez, por una vez en la infausta existencia, las cosas cambien, y no ganen los que se hacen pasara como buenos. La desdicha es que los finales son los que se esperaban desde el principio.
    Así ha funcionado esta trágica y cómica diversión.
    Y por eso los ríos sin fin de los medios informativos de letra real y letra virtual, cumplen cada día su tarea de hacer que las historias se repitan, con diferentes actores pero iguales resultados.
    Todo el trabajo de las noches en vela se resume en unas horas de interés, una reacción ante el descubrimiento de terribles artimañas de los de siempre, para que sea el olvido el que se encargue de todo.
    Tampoco sería asunto que los medios de por si efímeros se den a la tarea de construir obras inmortales, porque está en contra de su propia naturaleza que es pasar, simplemente pasar, y acompañar al que lee un rato mientras desayuna, espera el autobús o fuma un cigarro.
    Pero siempre sorprende que pudieran transcurrir años y años para encontrarnos en el mismo lugar, las mismas historias, los mismos finales, los mismos análisis del poder, la vida que parece estacionada cuando el poder parece cosa muerta.
    Y sin embargo atrae, tiene un no sé qué esto de la política que es plato principal en las pláticas de los que han dedicado casi la vida entera a seguir el paso de los que se encumbran en las altas esferas para luego caer. Es un imán, una obsesión el descubrir los hilos que mueven la vida entera de los habitantes de una nación.
    Por eso el mar puede atragantarse de letras, buena parte vanas e intrascendentes, pero es la vida cotidiana de los más que habitan la realidad, esa que a veces lastima, pero que es única.
    Tal vez, en resumidas cuentas, porque lo único mágico en la rutina de la existencia humana, es descubrir entre tantos millones de palabras, alguna que conjure los destinos que siempre espantan, porque colocan hasta la eternidad al que ejerce el papel de espectador, y al otro, el que actúa, y que por eso es imán de las atenciones.
Mil gracias, hasta mañana.
jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta

CITA:
    Los periódicos impresos y electrónicos, escritos y vestidos con una prisa arrebatadora, saben que la condena que traen encima es la que han construido desde su invención: una agonía mínima, y una muerte de la que pocos se enteran, porque apenas enterrados ya está listo el próximo cadáver.

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