LAGUNA DE VOCES

 •    Debajo de los puentes


Debajo de los puentes viven personas sin sombras, plantas y pasto de un verde casi negro, pero sobre todo observadores que conocen a la perfección el diminuto triángulo que hace la rampa que se eleva sobre sus cabezas. Nunca ven más allá de lo que les corresponde, y están seguros que tarde o temprano tendrán que rendir testimonio para recuerdo de las generaciones futuras, que se preguntarán con interés genuino la forma que tenía ese pedazo de cielo por donde miran ojos que se esconden siempre de la gente.
    Hay una sociedad secreta que duerme bajo los puentes de Pachuca, en la parte más angosta donde arranca la subida de los autos. Nadie tiene tiempo, ni tendrá, para indagar el origen de los que rara vez salen, como no sea para recibir los alimentos que almas gemelas o caritativas les llevan, porque es de todos sabido que quien pasa una noche en esos lugares, nunca habrá de regresar a la superficie que dicen es la vida.
    Incluso al paso del tiempo empiezan a disminuir de estatura y en años son duendes que se pierden entre los rincones de la mole de cemento y varilla. Algunos de los que se consideran desaparecidos por el destino o algún criminal, están ahí y seguramente morirán en la oscuridad que incluso por las mañanas se pueden observar en las márgenes del puente de Colosio.
    Pega duro el frío, por eso es que son expertos en el arte de congelarse y descongelarse. Y no, nunca ha muerto uno solo, una sola, por esa razón. La sombra construye pulmones de mármol, miradas que penetran oscuridades, y almas que nunca se cansan de moverse al ritmo del corazón.
    Pero lo fundamental es que son dueños de una parte del paisaje. A lo mejor el que tiene que ver con los zapatos, el andar de la gente, las llantas de los autos, pero al final de cuentas es de ellos y nadie más. Sobre esa posibilidad cimientan el reinado que les fue otorgado desde que abandonaron la vida diaria de la luz, para adentrarse sin remedio al de las sombras, de las cavernas donde solo llegan siluetas de la realidad.
    Sin embargo nadie puede reclamarles que hayan olvidado algún detalle de ese espacio sobre el que rendirán cuentas tarde o temprano. Porque cada sitio de la ciudad desaparece si nadie lo recuerda, y ellos tienen la obligación de recordar cada paso, cada chirrido de llantas, cada lluvia que lleva ríos corriente abajo.
    De olvidar lo que les fue encargado, la vida entera de Pachuca estaría en peligro inminente de perderse. Porque todos, seamos o no habitantes de los puentes, tenemos por obligación guardar en la memoria algo significativo, igual al motivo por el que seguimos en este valle de lágrimas que algunos llaman.
    Sin embargo los seres fantasmales de los puentes tienen más responsabilidad, y lo saben, lo saben desde el momento en que nacieron. Y de manera irremediable tendrán que estar atentos a el panorama les nutra de memoria los recuerdos.
    Desde hace años que impidieron el paso del viento por sus reinados, y a cambio espantan a los conductores locos que llevan el alma del diablo en su pecho. Al llegar a donde los desesperados se tiran de cabeza y se ve ahora una malla de alambre picuda, pegan contra los tubulares cimientos del puente, y la sonaja del metal retumba por todos lados.
    Hay fantasmas en los puentes dicen algunos. No es cierto, por supuesto.
    Hay sin embargo cada vez más personas dedicadas a guardar el milímetro de paisaje que se ve desde la rendija de su escondite. Y están dispuestos, vaya que lo están, a nunca olvidar, nunca perder la memoria, nunca olvidarse de nosotros… los que vemos al interior del puente.

Mil gracias, hasta mañana.
jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta

CITA:
Hay una sociedad secreta que duerme bajo los puentes de Pachuca, en la parte más angosta donde arranca la subida de los autos. Nadie tiene tiempo, ni tendrá, para indagar el origen de los que rara vez salen, como no sea para recibir los alimentos que almas gemelas o caritativas les llevan, porque es de todos sabido que quien pasa una noche en esos lugares, nunca habrá de regresar a la superficie que dicen es la vida.

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