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LAGUNA DE VOCES

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* Don Anselmo Estrada, encuentro con el periodismo

Pocos son los motivos que pueden reunirnos a los periodistas en Hidalgo, y supongo que esta condición prevalece en todo el país, fruto de un espíritu ególatra que más de uno padece, y que de plano hace imposible cualquier intento de trato igualitario, porque no faltan los que deciden auto investirse como maestros, guías espirituales y cosas por el estilo.
    Sin embargo existe un personaje que siempre ha logrado la coincidencia de opinión en torno a su trabajo honesto y cotidiano, siempre digno de admiración, reconocimiento; pero fundamentalmente un cariño sincero por su disposición a enseñar los misterios del trabajo de mesa de redacción, y siempre del necesario amor que debe tenerse a una profesión tan necesitada del mismo.
    Me refiero por supuesto a don Anselmo Estrada Alburquerque, periodista maestro de muchas generaciones, que lo respetan, le reconocen las horas de corrección con bicolor en hojas siempre impresas, los subrayados, las anotaciones con el único mapa de símbolos del buen corrector.
    Pero aún más sus pláticas, su don vital para aceptar la vida y jugar con ella, arreglarle unos adornos tipográficos, y hacerla creer que a veces puede ganar la partida, solo para salir trasquilada y encontrarnos una vez más a don Anselmo a la vuelta de la esquina con la eterna pregunta, “¿qué hay de nuevo chavo?”.
    Él, evidentemente, honra cualquier premio que le sea entregado, siempre con ese espíritu crítico, y una actitud plena de amor por su ciudad, su estado, sus amigos, el tiempo que le ha tocado vivir.
    A todos nos reunió y celebramos con gusto, saber que recibía un reconocimiento del Senado de la República, porque en la historia del periodismo hidalguense está presente desde hace mucho tiempo como uno de los primeros grandes maestros, y por supuesto amigo al que se quiere y admira.
    Pocas vidas dedicadas al periodismo hidalguense no han sido tocadas por la vida de don Anselmo. Es decir por su trabajo de corrección, sus consejos para darle una forma más clara y cierta a una crónica, a una entrevista.
    A todos nos dio gusto verlo festejado por su familia, sus amigos más cercanos, porque sin duda se lo merece.
    De una ruda amabilidad, jugador invencible de vencidas, adorador de la luna llena, presumo haber sido testigo en muchas ocasiones del acto casi mágico en que con bicolor en mano y un lápiz, don Anselmo lograba dar coherencia a un texto pleno de incoherencias, y con cariño sincero extender el escrito a su autor para que lo pasara en limpio, y descubriera que, después de todo, algún día encontraría el camino a la redacción con sentido.
    Pero además, fundamentalmente además, en los hechos, es decir en sus publicaciones, nos ha enseñado la máxima de que “al periodista lo avalan los hechos, sin ellos está perdido”. Leer su columna itinerante es tener la certeza de que quien la escribe ha constatado palabra a palabra lo que nos presenta.
    Por esa y muchas más razones es que todavía, ya pasados muchos días, seguimos con la celebración ya no al premio, sino a la vida de don Anselmo que nutre la vocación, a veces endeble, de quienes cuando menos intentamos la tarea fundamental de saber expresar en letras lo que pensamos. Está claro, no siempre con resultados óptimos.
    ¡Felicidades Maestro!

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@gmail.com
twitter: @JavierEPeralta

CITA:
    De una ruda amabilidad, jugador invencible de vencidas, adorador de la luna llena, presumo haber sido testigo en muchas ocasiones del acto casi mágico en que con bicolor en mano y un lápiz, don Anselmo lograba dar coherencia a un texto pleno de incoherencias, y con cariño sincero extender el escrito a su autor para que lo pasara en limpio, y descubriera que, después de todo, algún día encontraría el camino a la redacción con sentido.