LAGUNA DE VOCES

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* “¡Apártate Sapanás!”

Marianita un día se despertó en este mundo y no sólo agradeció la invitación que le habíamos hecho para que estuviera en ella, sino que empezó a festejarlo día a día, hasta los 19 años que hoy cumple. Creo que nunca la he visto enojada por hacerla llegar a la tierra sin previo aviso, o una invitación como es debida en estos casos. Llegó con el pelo ensortijado de bebé, y el carácter más hermoso, seguro regalado por los ángeles del cielo donde tenía su domicilio.
    Le dio por la recitación en la primaria, y Jaime Sabines con su “Me encanta Dios”, le sirvió para llegar al espacio donde más a gusto se siente: un escenario. Luego se dio cuenta que cantaba y que lo hacía bien, -yo que soy su papá digo que de manera espléndida-. Y empezó a cantar en las mañanas, las tardes, las noches, las madrugadas. Vaya pues que nunca se cansa de hacerlo.
    Ríe de manera escandalosa cuando algo le gusta, y llora a moco tendido con cualquier película que le haga pensar que un ser querido se le puede ir. Es decir que llora, pero de ninguna manera es triste.
    Durante un tiempo se hizo tantas bolas con la materia de filosofía, que no paraba de mirar el cielo, y hasta que un día le confesé mi origen extraterrestre, es que dio por terminada, al menos por esos momentos, la duda existencial que a todos nos agobia, aunque es obvio que tarde o temprano regresará al tema.
    Sabe celebrar la vida y por eso ni necesidad hay de darle consejos para que lo haga, y por el contrario, no pasa semana o mes, sin que descubra una nueva afición que la entusiasma como si fuera asunto de seguridad nacional.
    A los padre les preocupa el mundo que habrán de heredar a sus hijos, nietos y demás. Con Marianita sucede diferente, porque siempre que se puede me ayuda a construir alguna ilusión que todavía anda por ahí viva, y que gracias a su sincera y amorosa amabilidad, lanzamos a la tierra de las aventuras.
    Así que esto no puede ser una carta para darle recomendaciones acerca de la vida, de la juventud, sino un largo listado de lo que hemos podido recorrer en estos primeros 19 años de vida, y lo mucho que un padre puede estar agradecido de tener una hija de risa escandalosa, que siempre ha tenido tantas preguntas que hacer, seguramente con la intención de que quien hoy le escribe, pueda ejercitar la memoria y no olvide, nunca olvide.
    Además que es de ella esa frase cuando en el pre-escolar actuó en una pastorela, y ante el acoso del mismísimo diablo a los pastores que iban a ver al niño Dios, con voz potente y decidida le marcó el alto: “¡Apártate Sapanás!”. Después le dije que era Satanás, pero se le quedó Sapanás.
    A partir de ella y sus hermanos es que a estas alturas uno puede y debe bendecir la tierra donde seguramente habrá de pasar el resto de su vida. Eso tiene Pachuca, la capital de Hidalgo, un corazón amable aunque huraño para el que llega de fuera. Tan grande que le permite construir el sueño más precioso de toda persona, que es el paraíso donde habitan sus hijos, sus nietos, sus amores más queridos.
    Así que soy yo el que se celebra, por la suerte de tener como destino una ciudad como la del viento eterno, de los emigrantes que, como yo, hoy puede afirmar con absoluta certeza, que esta tierra es su tierra, esta alegría es suya, y esta felicidad por la felicidad de Marianita es la certeza absoluta de que Dios saludó con amor el día de su nacimiento.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
twitter: @JavierEPeralta

CITA:
    A los padre les preocupa el mundo que habrán de heredar a sus hijos, nietos y demás. Con Marianita sucede diferente, porque siempre que se puede me ayuda a construir alguna ilusión que todavía anda por ahí viva, y que gracias a su sincera y amorosa amabilidad, lanzamos a la tierra de las aventuras.