LAGUNA DE VOCES

  • Tose la tierra

Habíamos creído que la casa gigantesca donde habitamos estaba muerta, que nunca respondería a tanta ofensa y afrenta, porque sin vida era imposible que lo hiciera. Así que podíamos llenarla de basura, suciedad, peces muertos encontrados en el río, agua amarillenta por las fábricas, nubes negras y apestosas. Todo lo que viniera a nuestras mentes para dejarle muy en claro que no nos interesaba, si acaso por ser un lugar para dormir, pero nadamás.

                Un día despertó de su letargo, y nos mandó vientos huracanados que tiraron letreros gigantescos con los que presumíamos nuestra enfermiza ansiedad de comprar, hacernos dueños de lo que estuviera a la mano, sumar objetos y cosas, desechar a cada rato, y como no había mejor lugar para la basura, fue a parar a esa casa cada vez más enfurecida.

                Nos detuvimos con miedo cuando la lluvia caía igual que una pelota de beisbol aventada por un pitcher con claros signos de ebriedad, es decir unas veces casi horizontal, otras simplemente chueca, pero nunca con la sabiduría de los siglos que manda en línea recta. Jugaba con nuevos lanzamientos.

                Así pasaron los días, y llegó el aire, denso, duro, mal intencionado, vengativo, la forma correcta de cobrárselas de una vez por todas.

                Ni así cambiaron las cosas.

                La tierra, es decir esa gigantesca casa, empezó a toser en su largo y vertiginoso trayecto alrededor del sol. Y fue más furioso el viento, el agua, sus entrañas que buscaban sacar toda la porquería que le habíamos obligado a comer día tras día, siglo tras siglo.

                Se olvidó de cumplir con las estaciones del año. Se olvidó incluso que la vida de sus habitantes estaba marcada por fechas. Se olvidó por venganza, por lo que se quiera pensar, que los diminutos habitantes parecidos a las hormigas, pero sin su sentido común para cuidar la casa donde viven, era el verdadero monstruo.

                Por eso el espanto, la seguridad de que en el 2017 las cosas estarán no solo peor, sino más y más difíciles de explicar y entender.

                Apenas una probadita, un adelanto de lo que está por venir, en caso de que se mantenga el gusto por acabar, hacer nada la herencia que dejaron las mismísimas estrellas.

                Fuimos polvo de estrellas.

                Hoy barro lleno de inmundicias, que no brilla, que nunca brillará.

                Solo los cristales rotos que caen de los edificios, los árboles arrancados de cuajo, los anuncios luminosos y no luminosos que aplastan autos. Solo eso quedará cuando la tierra enfrente que la simple tos se convirtió en pulmonía.

Mil gracias, hasta mañana.

peraltajav@gmail.com

twitter: @JavierEPeralta

 

CITA:

Nos detuvimos con miedo cuando la lluvia caía igual que una pelota de beisbol aventada por un pitcher con claros signos de ebriedad, es decir unas veces casi horizontal, otras simplemente chueca, pero nunca con la sabiduría de los siglos que manda en línea recta. Jugaba con nuevos lanzamientos.

               

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