LAGUNA DE VOCES

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* Marzo y vivir la vida no tan en serio

 

Marzo será casi igual que febrero, es decir sin palabra de honor en cuanto al clima, aunque con la esperanza de que en sus últimos días llegue el calor a barrer con todos los temores y miedos. Serán entonces otras las alarmas que se tengan que prender, porque en términos reales no hay época del año que lleve en sus entrañas el cien por ciento de bendiciones y bondades.

            Así que el tema que viene será el de los calorones, la desesperación para los que tienen que manejar en estos caminos del Tuzobús, y de pronto el rito de empezar a extrañar lo que apenas unos días antes maldecíamos, es decir los friazos que a más de uno dejaron con la sonrisa de oreja a oreja.

            A partir de la primavera se reconstruye, sin embargo, el ánimo de la gente, de todos nosotros, porque los días son eso, días y no lúgubres sombras por los nubarrones. Y con los rayos del sol se empieza a pensar en la playa, el mar, la vocación constante por el descanso y dejar que pase la vida simplemente.

            No hay nada como las poblaciones con un calor endemoniado para olvidar cualquier responsabilidad. Desde hace mucho que dejaron de tomarse la existencia tan en serio como los que habitan tierras heladas como Pachuca. Hasta en carácter son polos opuestos: unos con la risa a flor de labio y la vocación de ser hospitalarios. Otros con el gesto siempre duro en la cara y el ser huraños a toda costa.

            Antes ni en primavera hacía calor en La Bella Airosa.

            El aire se encargaba de amargar las pocas semanas que se suponía dejaríamos chamarras, bufandas y gorros en la casa. Cortaba, y la figura no es ninguna novedad, como cuchillo. Asomarse a la Plaza Independencia era asunto de verdaderos héroes, amantes del Centro Histórico.

            Es la imagen del pachuqueño en días de frío: camisa de manga corta, sin suéter, mucho menos guantes, y como si anduviera en la playa. El miedo al congelador no existe entre los tuzos de nacimiento.

            Pero ahora todo ha cambiado.

            El frío es insoportable, y el miedo a contraer una gripe con tintes de influenza, ha dejado guardados para siempre a los de camisa corta y sin nada para taparse.

            Vendrá entonces un calor tipo Huejutla.

            Luego entonces cambiaremos y seremos más afables, menos preocupones, menos huraños. Pachuca se transformará por los meses que dure el buen tiempo.

            Son tal vez los días en que de pronto, todos empezamos a pensar que después de todo no vale la pena tomarnos tan en serio. No, no es asunto de ser irresponsables, aunque un poco no cae mal de vez en cuando. Es asunto de empezar a creer que la vida se disfruta más sin la seriedad que traen los fríos.

            Es de pronto mirar con calma el paso del tiempo.

            No hay ciudades que cuiden tanto el paso de los minutos como Pachuca, tanto que el monumento más importante que se tiene es un Reloj Monumental.

            Pero cuando llega el calor, hasta las manecillas se pierden en la Plaza Independencia, se esconden, se guardan, dejan que más allá de contarlas, se disfruten las horas.

            La llegada del calor es por eso tan esperada.

            Ahora porque indicará que ya nos salvamos, al menos por esta ocasión, de las influenzas y otras gripes que ni su nombre conocemos, vaya pues que podemos enfilarnos sin temor, a pensar que cargaremos los peregrinos en diciembre.

            Y empezará de nuevo la misma historia.

            Pero el asunto es que la primavera se asoma a la vuelta de la esquina.

            Y por un momento se irá el frío.

            Aunque quién sabe. En últimas fechas ningún mes tiene palabra.

 

Mil gracias, hasta mañana.

 

peraltajav@gmail.com

twitter: @JavierEPeralta

 

CITA:

A partir de la primavera se reconstruye, sin embargo, el ánimo de la gente, de todos nosotros, porque los días son eso, días y no lúgubres sombras por los nubarrones. Y con los rayos del sol se empieza a pensar en la playa, el mar, la vocación constante por el descanso y dejar que pase la vida simplemente.