* Asuntos de fe
La única certeza de que existen las ondas de radio por medio de las cuales nos comunicamos a través de teléfonos celulares, es cuando acercamos a una bocina el aparato, y de pronto escuchamos sonidos que pareciera hubieran sido sacados de alguna película sobre el espacio, el futuro, el mundo que anhelamos vivir y ya vivimos, muchos sin darnos cuenta.
Están ahí de manera permanente, y solo la fe que le tenemos a la tecnología, nos impide hacer un alto en el camino para intentar entender su funcionamiento, aunque también intuimos que nunca habrá tiempo suficiente para explicarnos un montón de cosas, y que por lo tanto lo mejor es simplemente remitirnos a los resultados. Así que cuando suena el teléfono, palomeamos una primera prueba de que hay ondas que nunca hemos visto, pero que se traducen en voz.
Más espectacular si navegamos por el mundo de la Internet, que ya es imagen, un universo casi aparte, pero que se aparece en la palma de la mano con un simple clic, similar a la varita mágica de un hechicero, y con toda seguridad algún día nos enteraremos que su origen tuvo que ver con esos asuntos. Más palomas, muchas de aprobación, para hacer evidente nuestra confianza absoluta en la existencia de algo que no podemos ver pero palpamos en los hechos.
Quiere decir lo anterior que buena parte de la existencia humana se fundamenta en reconocer que no todo lo que sentimos, incluso usamos, podemos observarlo en lo que llamamos realidad. Que por alguna razón los aspectos más vitales, y por supuesto no me refiero a un teléfono celular, guardan un algo de mágico, con todo y que las leyes de la física puedan decir lo contrario.
Cada cual tendrá su opinión sobre la visita del Papa Francisco a México, y está claro que no hay nada más árido y a veces hasta absurdo, que discutir sobre asuntos religiosos. La conclusión siempre será la misma, y con esto me refiero a que no habrá conclusión alguna, y sí en cambio una posibilidad siempre latente de terminar la velada a golpes.
Sin embargo es imposible no apurar cuando menos un comentario ante la presencia de un personaje como el ex cardenal argentino, hoy máximo jerarca de la iglesia católica en el mundo.
Francisco es uno de esos pocos que se dan en un millón. Hombre comprometido con su tiempo, con las clases más desposeídas, con los que menos tienen, sin duda logrará sobrevivir en la memoria de los mexicanos, al bombardeo mediático encabezado por Televisa y TVAzteca, que han aplicado una cobertura tan exagerada, que por momentos nos preguntamos si no lograrán lo que siempre logran: hartar al televidente.
No será así, aunque sin duda estaremos hastiados de los comentaristas que colocan en cada punto donde asiste el Papa, de las historias platicadas hasta la saciedad, de las imágenes que a toda costa intentan utilizar en beneficio de quién sabe quién, donde se explota la sensiblería y otros asuntos.
Francisco va más allá de esta sobre exposición de nuestros tiempos por una simple y sencilla razón: está comprometido con los que por tradición han sido hechos a un lado en la mesa de la justicia, y que pareciera están condenados no solo ellos, sino sus hijos y nietos, a padecer las mismas circunstancias.
Algunos no se cansarán de situarlo en el lado contrario, en el escenario circense de la dominación, en todo eso que resulta un argumento trillado en su contra, y no pocas veces producto de una reciente conversión religiosa que en estos días es tan constante, y les exige aporrear todo lo que antes consideraba venerable.
Pero entrar en esas discusiones es un absurdo en todo el sentido de la palabra.
El hecho es que estamos ante un personaje de suyo histórico, único, que en muchos sentidos habrá de influenciar el desarrollo de los acontecimientos, sobre todo en nuestro continente.
Unos pueden o no estar de acuerdo con el representante, al menos para muchos, de Dios en la tierra. Ninguno, difícilmente, con el que representa, que al final de cuentas en estos años se trata de creer, de tener una fe real, cierta en lo que no podemos ver. Y ese, sin duda, es el principio básico de la posibilidad de mirar más allá de nuestras propias narices.
Mil gracias, hasta mañana.
twitter: @Javier EPeralta
CITA:
Francisco va más allá de esta sobre exposición de nuestros tiempos por una simple y sencilla razón: está comprometido con los que por tradición han sido hechos a un lado en la mesa de la justicia, y que pareciera están condenados no solo ellos, sino sus hijos y nietos, a padecer las mismas circunstancias.