LAGUNA DE VOCES

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* Gatos de madrugada

 

Dos gatos decidieron tomar por asalto el jardín del fraccionamiento durante la madrugada.

Lloran como niños, pero su llanto es de un escándalo tan grande que parece que alguien los agarró del gañote y pretende asesinarlos. Una vecina salió por la madrugada para intentar callarlos sin resultado alguno. A las seis de la mañana finalmente cesaron sus maullidos, pero la mayor parte de los vecinos dejó en claro con tamañas ojeras, que la habían pasado mal con el concierto nocturno.

            Los gatos son unos animales especiales, odiosos cuando les da por entonar canciones de madrugada, y capaces de convertirnos en criminales si se nos topan en el camino justiciero. Son discretos en términos generales, poco hacen para llamar nuestra atención, y las más de las ocasiones gustan del anonimato absoluto, incluso pareciera que pretenden ser fantasmas.

            A muchas personas les gustan como mascotas. A mi no, pero respeto a los que son recibidos en sus casas por un animalito que aparenta ser incapaz de cualquier maldad en contra de la humanidad.

            Los he visto mirar con sus ojos luminosos a los automóviles, y acercarse necesitados de alguna caricia a quienes les soban el lomo y la cabeza hasta despertar sus ronroneos, que no los gritos destemplados que a veces nos regalan.

            Sin embargo la madrugada es una hora poco propicia para admirar sus dotes de barítonos, porque no pocos sospechan que han sido poseídos por algún demonio que los obliga a disfrazarse de niños recién nacidos, y despertar a todo el vecindario que los odia con todo la fuerza de su corazón.

            Además resulta que son muy ágiles, y con la somnolencia propia de quien es despertado de manera repentina, apenas uno abre la puerta corren y se trepan a una barda para burlarse del enemigo desde una azotea ajena. Por eso los zapatazos, las chanclas que vuelan por los aire y las amenazas de que algún día bajarán y entonces pagarán todo lo que han hecho.

            Los sapos son otra cosa, porque son cancioneros como dice la canción, y además le cantan a la luna para que la vida no sea triste, sin ilusiones. Incluso son objeto de espléndidas composiciones musicales como la que ya cité.

            Pero los gatos son una calamidad, no se diga los perros cuando se sienten lobos.

            Es cierto, parecen unos niño berrinchudos que se privan en la tienda si los papás no les compran un juguete, como aquel compañero de trabajo que un día me contó que de pequeño puso en escena, en pleno corredor de la Comercial Mexicana, su más espléndida interpretación para que la garra de Leono, el de los Tondercats, estuviera en su repertorio de propiedades. Lloró, se tiró al piso, pateó lo que tuvo a la mano, se puso azul de aguantar la respiración, se aventó contra los estantes, boca arriba dio vueltas tirado en el suelo, simuló estar atado con una camisa de fuerza, vomitó por supuesto, hasta que toda la gente se quedó mirando a sus padres con gesto de desaprobación no al berrinchudo sino a ellos, que seguramente lo trataban tan mal para que hiciera tamaño dramón.

            La garra de Leono fue adquirida. Pero una vez que cruzó la puerta de su casa se le apareció el mismísimo diablo en la figura de su madre, que le puso en la idem al actor candidato al Óscar.

            Los gatos son similares, pero no hay mamá que los detenga y propine una zurra como bien merecido la tienen. Además dudo mucho que lloren toda la madrugada por una garra de Leono.

            Al rato llegará la noche, y muy posiblemente regresen.

            La verdad no sé si por estos rumbos pueda encontrar un negociador para que les pregunte qué quieren y por qué hacen lo que hacen.

            Mil gracias, hasta el próximo lunes.

 

peraltajav@gmail.com

twitter: @JavierEPeralta