Home Cultura Reportaje | La Villa Adriana, el majestuoso capricho del emperador hispano

Reportaje | La Villa Adriana, el majestuoso capricho del emperador hispano

0
Reportaje | La Villa Adriana, el majestuoso capricho del emperador hispano
El emperador Adriano, enamorado de la Grecia Clásica llenó su famosa villa de estatuas, estanques y columnarios, templos ...., en total más de 30 edificaciones. Se calcula que las excavaciones hallaron más de trescientas obras de arte que han llenado museos de todo el mundo. Foto: Amalia González/EFE

Amalia González Manjavacas.

Adriano, el segundo emperador romano de Hispania, después de su predecesor, Trajano, fue un político y un militar brillante, pero al mismo tiempo un hombre culto y sensible, de exquisito gusto, amante del arte y de la arquitectura griega y alejandrina… Inspirándose en ellas, levantó en la tranquila ciudad de Tívoli, Villa Adriana, una ciudad para su descanso pero donde vivió y dirigió el Imperio durante sus últimos años.

Cuando Publio Elio Adriano, el segundo emperador romano procedente de Hispania, y de la misma familia que su predecesor -era sobrino segundo de Trajano-, nacido en Itálica (actual Sevilla), asumió el poder en agosto del año 117, el Imperio Romano estaba en el momento de mayor expansión territorial con la conquista de Armenia, Asiria y Mesopotamia.

Villa Adriana en Tívoli, en julio de 2022. Un detalle del estanque del Canopus. EFE

Además de inteligente político y jefe militar de primer orden, Adriano era culto, sensible y un enamorado de la cultura helenística. En Villa Adriana, la imponente ciudad de campo que mandó construir este emperador viajero que pasó 12 de los casi 22 años que estuvo en el poder recorriendo sus vastas fronteras, encontramos esa expresión material y artística que vio en Atenas, en Efeso, en Alejandría… que le fascinó y caló hondo personalidad, y que aún hoy evocan sus desnudas ruinas entre estanques, peristilos, esculturas y olivares, en un perímetro de unos 15 kilómetros en medio de la campiña romana.

Adriano, el emperador que soñó con una nueva Roma

Procedente de una familia adinerada de migrantes que se habían asentado en Itálica (cerca de Sevilla) donde nació en el año 76, hablaba latín con mucho acento hispano y destacó por su talento como político y jefe militar, por lo que fue adoptado por Trajano, apoyado también por su esposa, Plotina, que le profesaba gran aprecio. 

Con una de las personalidades más atractivas de los emperadores romanos, tuvo la posibilidad enriquecerse pues además de sus dotes militares, fue un hombre de sensibilidad, apasionado del arte especialmente la arquitectura griega y egipcia y conocía perfectamente, gracias a la educación clásica que había recibido, la filosofía helena y por ello cuando tuvo oportunidad restauró y ayudó al enriquecimiento de Atenas.

Cuando Adriano llegó al poder consideró que la fase de conquistas de su predecesor había terminado y emprendió una serie de viajes por el Imperio para consolidar el orden y la paz en las fronteras más inestables. Al este, ante la imposibilidad de poner orden en Mesopotamia renunció a ella, y sacó las tropas de allí para dirigirlas a lugares más útiles. Había disturbios por todas partes: en los Balcanes, someter Judea había costado medio millón de vidas y en Inglaterra mandó la construcción la famosa muralla que lleva su nombre, que atraviesa el norte de la provincia, inaugurada por él mismo, uno de los pocos que pisó el extremo norte del imperio.

Una ciudad a la medida del emperador

Durante las excavaciones arqueológicas se recuperaron más de trescientas obras que han llenado museos de todo el mundo.  

La componen unas 30 edificaciones construidas en cuatro fases al gusto del emperador. Al entrar, nos da la bienvenida el Pecile un amplísimo espacio rectangular, en cuyo centro se restauró el estanque que copiaba el famoso pórtico policromado de Atenas por la que paseaban los filósofos y que tanto gustó a Adriano.

Antínoo, el amor de Adriano 

Adriano mantuvo como su predecesor Trajano, una gran cantidad de amantes, tanto hombres como mujeres, mientras mantuvo un matrimonio por conveniencia con Vibia Sabina, prima lejana, una vida que cambió cuando el emperador más viajero conoció, en una de sus estancias en Asia Menor, a Antínoo que lo convirtió inmediatamente en su amante.

Tal fue la pasión, y devoción, que sintió por aquel joven que cuando éste murió ahogado en el río Nilo, llenó cada rincón de la villa de imágenes del efebo de las que se conservan casi un centenar, representado de todas formas, tamaños y estilos, muchas más de las que existen del gran Augusto. 

El Canopus de VILLA ADRIANA, complejo palaciego levantado a las afueras de Tívoli, cerca de Roma, por el emperador Adriano, apasionado de la cultura helénica, que plagó de estatuas, estanques y todo tipo de edificaciones inspiradas en la Antigua Grecia y Alejandría. Foto: Amalia Gozález/ EFE