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La violencia se viraliza

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PIDO LA PALABRA

    •    La violencia en México está en un trance peligroso y los gobiernos no han podido o no han querido tomar las acciones que tiendan a abatirla… 


Hablar de la violencia es hablar de un mundo en el que sin duda todos tenemos un punto de vista, bien puede ser de condena, bien puede ser de justificación, todo depende del lugar en que queramos ubicarnos o del papel que juguemos en el sistema.

La violencia se está dando de manera recurrente en todo el país, violencia como la perpetrada contra periodistas; violencia que solo se pretende resolver con declaraciones, como si los buenos deseos fuesen suficientes para detener esa espiral violenta fomentada por el miedo y la frustración, producto de la inseguridad que es el signo de nuestros días; pero sobre todo, violencia alimentada por ese cobarde grupo de anarquistas que, infiero, se infiltra en manifestaciones legítimas, para convertirlas en manifestaciones violentas; violencia virulenta expresada en las campañas políticas, en donde la estrategia pareciese es enfrentar a los buenos contra los malos, los ricos contra los pobres, los fifís contra los chairos.

La violencia en México está en un trance peligroso y los gobiernos no han podido o no han querido tomar las acciones que tiendan a abatirla, ¿para qué hacerlo?, con declaraciones se resuelve el problema, pues ahora la táctica es justificar que “no vamos a caer en la provocación”. Pareciese que las Autoridades no se dan cuenta que la violencia se percibe, se huele, se ve día con día en todos los medios, en todos los lugares, en todas las cosas; lo acabamos de ver en los recientes hechos del viernes pasado; donde la legítima inconformidad se diluyó en la violencia de un grupo de irracionales violentos.

A las nuevas generaciones de ciudadanos se les está inyectando un embrión de violencia y recelo; se les hace dudar de todo lo aprendido, se les enseña que debemos vivir en comunidad y saliendo de la escuela lo primero que observan son bardas pintarrajeadas con leyendas violentas en contra de las instituciones y lo que a través de ellas se ha definido.

Estamos forjando mexicanos con carácter riesgosamente agresivo, hostil y desconfiado; y no me refiero solamente a la delincuencia o la inseguridad pública, se trata de una violencia constante del medio que nos rodea y resulta cada vez más incompatible con los fines de solidaridad y trabajo que todos queremos.

La violencia tiene muchos orígenes y la mayoría de ellos son previsibles, pero todavía no hemos hecho gran cosa para su prevención, al contrario, cada día le ponemos nuestro personal granito de arena para alimentarla, para engordar aún más a ese animal violento y hostil que terminará por devorarnos; nos quejamos del discurso violento de Donald Trump, pero no nos damos cuenta que en México no cantamos mal las rancheras.

Este estado de cosas genera ciudadanos cada vez más violentos y propicia que se enrarezca el ambiente social; a las nuevas generaciones no debemos acostumbrarlas a la violencia, sino a la convivencia, enseñarles con el ejemplo que únicamente con el derecho es como vamos a hacer posible el crecimiento social sano, no hay más, todos debemos trabajar para lograrlo, quedarnos con los brazos cruzados es una forma de sumisión a la violencia y ese es un riesgo que no nos podemos permitir.

Por eso hoy les digo a esos violentos lo que alguna vez dijo Flores Magón: “derramar sangre para llevar al poder a otro bandido que oprima al pueblo, es un crimen”; y eso es lo que sucederá si se toman las calles sin más objeto que la oposición manipulada, haciendo eco de los delirios desestabilizadores de mecenas resentidos, pues es obvio que alguna mano está moviendo la cuna.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.